Locos de amor (2005)

“Locos de amor” no es una película que busca romper esquemas; más bien, construye una narrativa delicada y, a su manera, conmovedora sobre el amor en la complejidad del autismo y las dificultades que implica la comunicación emocional. La película, dirigida por el experimentado director Phil Tippett, se centra en Donald (Josh Hartnett), un hombre cuya vida está meticulosamente estructurada, regida por patrones matemáticos y una obsesión particular por los pájaros. Su mundo, inicialmente, se presenta como un laberinto de reglas y rutinas, un espacio seguro en el que su sensibilidad social es compensada por la lógica implacable. Tippett consigue un trabajo excelente al construir la personalidad de Donald con una fidelidad asombrosa, no caricaturizando el Síndrome de Asperger, sino explorando sus matices y sus limitaciones.

La trama se complica con la llegada de Isabel (Radha Mitchell), una mujer cautivadora pero también profundamente enigmática. Su personalidad, tan rica y compleja como la de Donald, pone a prueba sus rigurosos límites y le obliga a cuestionar la validez de sus propias reglas. La química entre Hartnett y Mitchell es palpable, no en un sentido romántico tradicional, sino en una conexión que surge de la comprensión mutua y la aceptación de sus diferencias. La película no intenta justificar el romance; simplemente presenta la realidad de una conexión inesperada entre dos individuos que, a pesar de sus particularidades, encuentran un refugio en el otro.

El guion, adaptado de un libro de Marianne Pfeffer, se beneficia de una gran sensibilidad, evitando la sentimentalidad gratuita y centrándose en la observación realista de las interacciones entre los personajes. Sin embargo, debo admitir que el ritmo de la película es un tanto pausado, y algunos diálogos podrían haberse pulido para mayor impacto. No obstante, este lentitud contribuye a la atmósfera introspectiva y a la gradual construcción de la relación entre Donald e Isabel. La banda sonora, sutil y evocadora, complementa a la perfección el tono melancólico y contemplativo de la historia.

Las actuaciones son sólidas en todos los niveles. Hartnett ofrece una interpretación convincente, transmitiendo con autenticidad la mente analítica y las limitaciones sociales de Donald. Mitchell, por su parte, aporta una profundidad y una vulnerabilidad a su personaje, retratando con maestría el torbellino emocional que Isabel sufre. El resto del elenco secundario, compuesto por personas con autismo, también destaca, aportando una representación creíble y respetuosa a la narrativa. “Locos de amor” es, en definitiva, una película que nos invita a la empatía y a la reflexión sobre la naturaleza del amor, la conexión humana y la importancia de aceptar las diferencias.

Nota: 7/10