“London Boulevard” es una obra que se presenta como un melodrama noir moderno, una historia de redención, y en cierto modo, una pequeña decepción a pesar de sus virtudes. El debut en la dirección de William Monahan, conocido por su brillante trabajo como guionista en “Infiltrados”, demuestra un talento visual considerable, aunque el resultado final no alcanza la complejidad y tensión narrativa que caracterizaron a su anterior colaboración con Scorsese. Monahan nos entrega un film que, aunque a primera vista, parece ser un relato sencillo sobre la relación entre un ex-convicto y una joven actriz, se complica de manera no siempre satisfactoria, tropezando con algunos clichés del género.
La película se centra en Jackory (Colin Farrell), un criminal del sur de Londres que busca una nueva vida después de salir de prisión. Su objetivo es mantener una distancia prudente de su pasado, pero su destino lo une a Lila Purcell (Keira Knightley), una joven actriz con talento pero con problemas personales y una propensión a meterse en líos. La química entre Farrell y Knightley es, sin duda, uno de los puntos fuertes. Farrell, en particular, ofrece una interpretación sutil y compleja de Jackory, mostrando una vulnerabilidad y un anhelo de redención que le confieren profundidad al personaje. Knightley, por su parte, logra transmitir la fragilidad y la desesperación de Lila con una naturalidad que roba la atención. Sin embargo, la película se apoya demasiado en este par de actuaciones, dejando que los demás personajes queden relegados a roles secundarios, casi caricaturescos.
La dirección de Monahan es visualmente atractiva, especialmente en la recreación de la atmósfera londinense. La fotografía de Jasper Wolf contribuye a crear una atmósfera melancólica y opresiva, típica del género noir, empleando una paleta de colores apagados y una iluminación cuidada que enfatiza los contrastes y las sombras. La película se mueve a un ritmo pausado, permitiendo al espectador sumergirse en la vida de los personajes y en el entorno. No obstante, esta lentitud, combinada con el guion, a veces resulta tediosa, y la película se estanca en momentos en momentos donde la historia necesita avanzar con mayor dinamismo. El guion de Monahan, aunque bien construido en su estructura general, recurre a menudo a elementos predecibles y a ciertas simplificaciones que disminuyen el impacto emocional de la narrativa.
Un aspecto que merece especial atención es la exploración, aunque limitada, de temas como el trauma, la pérdida y la búsqueda de identidad. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que presenta una visión sombría y realista de la vida de aquellos que luchan por escapar de su pasado. A pesar de ello, la complejidad moral de los personajes a veces es difusa, y las motivaciones no siempre son claras. La ambigüedad moral es intencionada, pero a veces resulta confusa y, en última instancia, diluye el poder dramático de la historia. El tema del abuso infantil, aunque sutilmente insinuado, es tratado con sensibilidad, pero sin profundizar en sus implicaciones.
Nota: 6.5/10