Lorax. En busca de la trúfula perdida (2012)

“Lorax. En busca de la trúfula perdida” no es solo una película animada; es una alegoría visualmente deslumbrante sobre la sostenibilidad, la pérdida y, crucialmente, la importancia de defender lo que amamos. La trama, que a primera vista podría parecer sencilla –un joven, Theodore, buscando conquistar el corazón de la chica de sus sueños– se convierte en un viaje de descubrimiento personal y una denuncia social profunda. La película logra un equilibrio sorprendente entre la comedia, el romance adolescente y la crítica ambiental, aunque algunos momentos la ralentizan ligeramente.

La dirección de Chris Miller y Carlos Saldana es notable, especialmente en la creación del mundo de Barun, un lugar vibrante, saturado de color y con una arquitectura orgánica que parece crecer en lugar de ser construida. La animación, una de las mejores jamás vistas, es absolutamente impecable. Los diseños de los personajes son originales y expresivos, y los fondos, con su exuberante vegetación y la constante presencia del humo contaminante, son un testimonio visual de la devastación ecológica que la película quiere denunciar. Hay escenas particularmente impactantes en las que la paleta de colores evoluciona dramáticamente, pasando de exuberante verde y azul a tonos grises y ámbar, reflejando el deterioro del entorno y la pérdida de la vida.

La actuación de Danny Pudi como Theodore es convincente. El actor logra transmitir la ingenuidad, el hartazgo y, finalmente, la determinación del protagonista. La voz de Edward Norton como el Lorax es igualmente memorable; su gruñon pero profundo tono transmite la sabiduría y la tristeza de una criatura que ha visto su mundo desmoronarse. También es importante destacar la representación de Jonah Hill como el Onceler, el antagonista, que evita caer en estereotipos y ofrece una lectura interesante sobre la ambición desmedida y la desconexión con la naturaleza. Si bien el personaje es moralmente ambiguo, la película lo presenta como alguien motivado por la vanidad y el egoísmo, no simplemente por el mal.

El guion, adaptado de la obra de Dr. Seuss, es la columna vertebral de la película. Si bien la historia original presenta algunos elementos didácticos y a veces un poco simplistas, la adaptación logra incorporar temas complejos, como la responsabilidad individual y colectiva frente a la destrucción del planeta. La película no se limita a sermonear, sino que ofrece un mensaje esperanzador, sugiriendo que, incluso en medio de la desesperación, la acción y la esperanza pueden marcar la diferencia. Sin embargo, algunos diálogos, especialmente los dirigidos a la audiencia adulta, se sienten forzados y menos convincentes que el resto de la narrativa. La historia, a pesar de sus buenas intenciones, a veces se siente un poco previsible en su desarrollo.

A pesar de algunos pequeños tropiezos, “Lorax” es una película animada que merece la pena ver. No solo es un entretenimiento visualmente deslumbrante, sino también una reflexión sobre nuestra relación con el medio ambiente y una invitación a la acción. Es un recordatorio de que, incluso los pequeños actos de cuidado pueden tener un gran impacto. La película, en última instancia, nos recuerda que la pérdida de la biodiversidad y la destrucción del planeta son tragedias que no podemos permitirnos ignorar.

Nota: 7/10