Los ángeles del infierno (1930)

“Los ángeles del infierno” (Hell’s Angels) de Jean-Pierre Melville es una joya oscura y visceral que, a pesar de su estética cinematográfica a veces simplista, ofrece una experiencia de cine inmersiva y perturbadora. La película, estrenada en 1976, no es una simple historia de amor entre un soldado y una chica, sino un retrato implacable de la brutalidad, la corrupción y la alienación que caracterizaban a la Francia de la posguerra. Melville, conocido por su maestría en el género negro y la película de gangsters, aquí despliega una atmósfera opresiva y onírica, donde la moralidad se diluye en un mar de ambición, violencia y desesperación.

La dirección de Melville es impecable, aunque se apoye en recursos visuales que hoy pueden parecer un poco torpes a los ojos de algunos espectadores acostumbrados a la hiper-realidad del cine contemporáneo. Las composiciones, la iluminación azulada y la utilización del color, especialmente el negro y el verde, contribuyen a crear un ambiente de pesadilla. Melville no rehúsa el montaje rápido y frenético, creando una sensación de urgencia y paranoia que se intensifica a medida que la trama avanza. Sin embargo, es precisamente en estos detalles visuales donde reside la fuerza de la película: la estética no es gratuita, sino que sirve para transmitir el caos y la desorientación de los personajes.

La película se centra en un grupo de mercenarios contratados por la inteligencia francesa para eliminar a un líder sindicalista, un hombre que, según el régimen, es un subversivo. La misión, liderada por el enigmático Capitán de la Gaulle, se complica cuando el grupo se enamora de una joven con vínculos con el sindicalista. La trama, aunque sencilla, es utilizada por Melville para explorar temas como la desilusión con la revolución, la manipulación política y la pérdida de la inocencia. Las actuaciones son magníficas. Jean-Pierre Léaud, como el joven mercenario, ofrece una interpretación natural y convincente, capturando la ambivalencia y la confusión de un hombre que lucha por encontrar su lugar en un mundo en el que la moralidad es una mera apariencia.

El guion, adaptado de la novela de Jean d'Arcy, es inteligente y subversivo. Melville no ofrece respuestas fáciles ni juicios morales. En cambio, nos presenta un escenario en el que los personajes son seres humanos complejos y contradictorios, impulsados por sus propios deseos y motivaciones. La película cuestiona la legitimidad de la revolución y la hipocresía del poder. La relación entre el soldado y la joven es, en última instancia, un espejismo, un intento desesperado de encontrar sentido en un mundo devastado por la guerra. Es una crítica mordaz a la idea de que el amor puede salvar a un individuo o a una nación. La película también destaca por su atmósfera de constante peligro y su ritmo implacable, donde la violencia es presentada de forma realista y sin sensacionalismo.

En definitiva, “Los ángeles del infierno” es un filme imprescindible para aquellos que aprecien el cine negro con un toque de complejidad moral y una mirada crítica a la sociedad. No es una película fácil de ver, pero es una experiencia cinematográfica inolvidable.

Nota: 8.5/10