Los bien amados (2011)

“Los Bien Amados” es una película que se aferra a la melancolía y al recuerdo como a un salvavidas, una suerte de elegía a las pasiones desvanecidas y a las oportunidades perdidas. La dirección de Claire Denis es, en su esencia, precisa y minimalista. No busca grandilocuencias ni espectáculos visuales que distraigan de la fragilidad emocional que la película palpita desde sus inicios. Denis utiliza los espacios, la luz y el sonido con maestría para subrayar la soledad de sus personajes, y el clima particular de las diferentes épocas, evocando sin necesidad de explicitarlo. La atmósfera, especialmente en la secuencia de la Revolución de Praga, está cargada de tensión y un palpable sentido de la precariedad, capturando con éxito la inquietud generacional que se cierne sobre ambas protagonistas.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Sandrine Bonnaire, como Madeleine, ofrece una interpretación sutil y contenida, pero profundamente conmovedora. Su Madeleine es una mujer marcada por la experiencia, una sombra de la mujer apasionada que alguna vez fue. Su mirada, a menudo distante y reflexiva, es capaz de comunicar un dolor silencioso y una resignación melancólica. Alba Rohrwacher, interpretando a Véra, también cumple con creces. Logra transmitir la juventud, la desorientación y la búsqueda de identidad de su personaje con una autenticidad que resulta impactante. La química entre ambas actrices, a pesar de la distancia temporal que las separa, es notable y proporciona una base sólida para la exploración de las complejas dinámicas familiares.

El guion, adaptado de la novela de Françoise Sagan, es donde reside la verdadera fuerza de la película. No se centra en narrar una trama lineal con giros argumentales espectaculares. En cambio, se aferra a las pequeñas escenas, a los momentos de quietud, a los diálogos aparentemente triviales que revelan la profundidad de los sentimientos de los personajes. El guion explora las consecuencias del amor no correspondido, el impacto de los eventos históricos en la vida personal y la dificultad de superar el pasado. La película se concentra en lo que no se dice, en las miradas, en los silencios, en las pequeñas gestos que comunican más que las palabras. Aunque el ritmo puede resultar lento para algunos, es un ritmo deliberado que permite al espectador sumergirse en la atmósfera y en el universo emocional de las protagonistas. La película utiliza, con maestría, el tiempo no lineal para conectar las dos historias de Madeleine y Véra, sugiriendo las influencias mutuas de las experiencias pasadas.

Sin embargo, debo admitir que la película a veces se aproxima demasiado a la contemplación, perdiendo, en ocasiones, un poco de dinamismo. Algunas escenas podrían haberse beneficiado de una mayor construcción, aunque la atmósfera única y las interpretaciones excepcionales compensan con creces estas posibles debilidades. “Los Bien Amados” es, en definitiva, una película que exige atención y sensibilidad, una reflexión sobre el tiempo, el amor y el recuerdo, una experiencia cinematográfica que perdura mucho después de que los créditos finales hayan comenzado a rodar.

Nota: 7.5/10