Los caballeros las prefieren rubias (1953)

“Los caballeros las prefieren rubias” es, en última instancia, un producto cinematográfico con un aura de nostalgia, un ejercicio de diseño de producción que evoca el glamour decadente de los años 50, pero que, en cuanto a su guion y ejecución, revela una cierta fragilidad. La película, dirigida con una mirada visualmente atractiva por Robert Alderson, se atreve a recrear un universo ficticio donde la belleza, la apariencia y el dinero son los pilares de una sociedad superficial y, en gran medida, deshonesta. El vestuario, la música jazz y los escenarios de los hoteles parisinos son excepcionales, un auténtico banquete para los ojos que transporta al espectador a una época dorada, aunque artificialmente reconstruida. Sin embargo, esta estética cuidadosamente cuidada no logra compensar las inconsistencias del guion.

El núcleo de la trama, el intento de Lorelei y Dorothy de seducir a un multimillonario, es un cliché que ya había sido explorado en innumerables ocasiones. La película no aporta nada particularmente original a este tropo. La tensión romántica, o la ausencia de ella, se siente forzada y las motivaciones de los personajes, a menudo poco desarrolladas. El romance entre Lorelei y el millonario, aunque visualmente atractivo, carece de profundidad emocional y la premisa de la rivalidad entre las dos cantantes se diluye rápidamente en un melodrama convencional. El antagonista, interpretado con frialdad por Peter Cook, es una caricatura del adinerado y manipulador, lo cual, en lugar de ser intrigante, resulta anticuado y predecible.

Las actuaciones son un punto fuerte de la película. Goldie Hawn y Diane Keaton, dos actrices con talento innato, ofrecen interpretaciones sólidas y divertidas como Lorelei y Dorothy. Se notan sus intentos de imprimir vida a personajes que, en esencia, no tienen mucho que ofrecer. Keaton, en particular, se desenvuelve con naturalidad, mostrando una versatilidad que a menudo se le ha subestimado. La química entre las dos actrices es palpable, aunque limitada por la debilidad del guion. La presencia de Red West como el detective, aunque breve, aporta un toque de humor y un ligero relieve a la trama. Su interpretación es segura y proporciona algunos momentos memorables.

La película, aunque entretenida por su estética y las actuaciones de sus protagonistas, no logra superar su dependencia de convenciones cinematográficas obsoletas. El guion, a pesar de sus aspiraciones a ser una comedia romántica sofisticada, se siente torpe en algunos momentos, con diálogos poco naturales y situaciones forzadas. Se intenta construir una crítica social, pero esta crítica se diluye en la búsqueda de un chiste fácil y un final convencional. Es una película que disfruta de su propia superficialidad, sin realmente explorar las profundidades de sus personajes o la complejidad de sus relaciones. A pesar de sus defectos, "Los caballeros las prefieren rubias" ofrece una experiencia visualmente agradable y, para aquellos familiarizados con el género, puede resultar una dosis nostálgica de melodrama hollywoodiense.

Nota: 6/10