Los cazafantasmas II (1989)

“Los Cazafantasmas II” no es exactamente el regreso triunfal que muchos fans esperaban, pero se trata de una secuela sorprendente y, en última instancia, satisfactoria. La película, estrenada en 1994, abraza su condición de “secuela directa” con una intensidad que a veces funciona a su favor y otras, no tanto. El guion, bajo la dirección de Barry Sonnenfeld, se centra en la reactivación de un antiguo fantasma, ahora una entidad mucho más poderosa y amenazante: una figura de la Guerra Civil Americana que ha aprendido a manipular las emociones, especialmente el miedo y la desesperación. Esta nueva amenaza no se basa en los fantasmas más “comedísticos” de la película original, sino en una experiencia mucho más oscura y psicológica, lo que le otorga una calidad que a menudo se olvida en retrospectiva.

Las actuaciones son sólidas, como era de esperar. Bill Murray, como Peter Venkman, regresa con su habitual sarcasmo y cinismo, equilibrando la comedia con momentos de verdadera vulnerabilidad. Susan Sarandon ofrece una interpretación convincente como Dana Barrett, una mujer atormentada por su pasado y ahora responsable de un niño. Donald Ginsburg, como Winston Zeddemore, aporta un toque de humor más físico y ligero, pero su personaje se siente a veces secundario. Sin embargo, es Wayne Newton como el fantasma del general John Fuller el que realmente destaca. Newton logra transmitir la desesperación y la ira del fantasma de una manera que es a la vez aterradora y conmovedora. Su presencia es inquietante y su motivación, aunque no completamente desarrollada, es lo suficientemente sólida como para generar empatía.

Sonnenfeld explora temas como el duelo, la culpa y el trauma, usando elementos paranormales para ilustrar la fuerza destructiva de las emociones no resueltas. La película no rehuye el horror y emplea efectos especiales efectivos, aunque en el contexto de la época, algunos pueden parecer un poco anticuados. Pero lo que realmente eleva a “Los Cazafantasmas II” es su capacidad de construir tensión lentamente, culminando en una conclusión emocionante. Si bien el guion recurre a algunas trampas narrativas propias del género de los 80, como la información revelada de manera repentina y la resolución rápida, la película logra mantener el interés del espectador gracias a su enfoque en la atmósfera y los personajes. El uso del color verde y el brillo en la ambientación son elementos clave que refuerzan la sensación de presencia espectral, y el diseño de producción es notablemente efectivo.

Es importante reconocer que la película no es perfecta, y sus momentos más “comedísticos” son menos memorables que los de la primera entrega. No obstante, “Los Cazafantasmas II” es un título que merece ser revisitado. Es una secuela con personalidad propia, que se atreve a explorar territorios más oscuros y ofrece un espectáculo paranormal que, pese a sus imperfecciones, sigue siendo divertido y, sobre todo, aterrador en los momentos adecuados. Además, nos recuerda que las emociones, incluso las más enterradas, pueden convertirse en una fuerza poderosa.

Nota: 7.5/10