Los cien pasos (2000)

“Los Cien Pasos” no es una película que te deja indiferente, y menos aún si ya has experimentado la violencia inherente a la historia italiana de posguerra. Giuseppe Tornatore ha logrado, con una maestría palpable, reconstruir un microcosmos de Sicilia, un pueblo donde la moralidad se diluye en la sombra de la mafia y donde el silencio es la moneda de cambio más valiosa. La película, ambientada en los años 50 y 60, se centra en Peppino Impastato, un joven que, a pesar de sus inquietudes sociales y políticas, se ve atrapado en la perpetua tensión con su propio padre y con la poderosa familia Badalamenti. No se trata simplemente de un relato sobre la mafia, sino de una exploración del peso del pasado, de la dificultad de romper el ciclo de violencia y de la impotencia individual ante fuerzas superiores.

Tornatore domina la dirección con una sensibilidad casi documental. La cámara, a menudo cercana y observadora, captura la esencia del lugar, el polvo, el calor, la convivencia en la que cada acción está cargada de significado. La película no recurre a clichés ni a escenas grandilocuentes. La tensión se construye gradualmente, mediante pequeños detalles, miradas furtivas, conversaciones susurradas. La película reside precisamente en la sutileza de estos momentos, en la representación cruda y honesta de una realidad compleja y dolorosa. La película transita con fluidez entre momentos de intimidad familiar y las consecuencias de la confrontación con la mafia. El uso del color, la paleta cálida y terrosa, refuerza esta atmósfera de arraigo al territorio y a las costumbres.

Las actuaciones son excepcionales. Salvatore Cascio como Peppino Impastato transmite a la perfección la inquietud y la rebeldía de un joven que anhela una vida mejor, pero que está condenado a crecer en un ambiente de miedo. Carlo Verdone, en el papel del padre, ofrece una interpretación desgarradora, una mezcla de orgullo paterno y temor a la mafia. La película permite a Verdone explorar las profundidades del conflicto interno de un hombre atrapado entre la lealtad a su familia y el deseo de proteger a su hijo. Las secundarias interpretaciones, especialmente las de los miembros de la familia Badalamenti, son igualmente convincentes y contribuyen a la verosimilitud de la historia. La maestría reside en cómo Tornatore le da voz y humanidad a cada personaje, incluso a aquellos que representan la fuerza opresora.

El guion, adaptado de un artículo de Roberto Saviano, es el corazón de la película. La trama, aunque aparentemente sencilla, es rica en matices y en reflexiones sobre la cultura del silencio, la corrupción y la resistencia. La fundación de “Radio Out” por parte de Peppino es un acto de valentía y de rebeldía, pero también un punto de inflexión que marca el destino del protagonista. La película plantea preguntas inquietantes sobre la responsabilidad individual y el papel de la sociedad en la lucha contra la mafia. “Los Cien Pasos” no ofrece respuestas fáciles, sino que invita al espectador a reflexionar sobre el legado del pasado y las consecuencias de la violencia. La película no glorifica la mafia, sino que la muestra como una fuerza destructiva que corrompe a las personas y que impide el progreso social. La película deja una sensación de melancolía, la certeza de que algunas heridas son imposibles de cerrar.

Nota: 8.5/10