Los commitments (1991)

“Los Commitments” (The Commitments) no es simplemente una película sobre música soul; es una evocadora radiografía del alma de Dublín en la década de 1980, un retrato de clase y aspiración que, a pesar de su aparente simplicidad, se mantiene sorprendentemente fresca y resonante. La película, dirigida con una sensibilidad innegable por Jim Moran, evoca un ambiente palpable de desolación y esperanza al mismo tiempo. No se trata de glamour, sino de la vida real de jóvenes marginados, luchando por encontrar un sentido y una forma de expresión en un entorno que, a menudo, les niega oportunidades.

Robert Arkins, como Jimmy Rabbitte, es el corazón y el alma de la película. Su interpretación es magistral: una mezcla perfecta de torpeza, determinación y una vulnerabilidad que te atrapa desde el primer momento. Arkins logra transmitir la frustración y el anhelo de un hombre que se siente atrapado en un ciclo de pobreza y que, a través de la música, vislumbra un camino hacia algo mejor. Su personaje no es un héroe tradicional; es un hombre imperfecto, con sus defectos y sus inseguridades, pero con una pasión inquebrantable que lo impulsa a seguir adelante. La dirección de Moran captura a la perfección su awkwardness, su energía nerviosa y su genuina desesperación por conectar con otros.

El guion, adaptado de la novela homónima de Roddy Doyle, es excepcional. Moran y Doyle logran construir un universo crudo pero lleno de humor, evitando caer en clichés y estereotipos. Los diálogos son naturales y llenos de autenticidad, reflejando el habla coloquial de la época y la personalidad particular de cada personaje. La película no rehúye la pobreza, el alcoholismo, la violencia o la falta de oportunidades, pero tampoco la utiliza de forma didáctica; simplemente las presenta como parte del contexto en el que viven estos jóvenes. El desarrollo del grupo “The Commitments” no es simplemente la formación de una banda, sino un proceso de aprendizaje mutuo, de descubrimiento de talentos y de la superación de prejuicios. La música, interpretada por el grupo homónimo, es un elemento fundamental, no solo para la trama, sino también para la construcción del personaje de Jimmy y su visión del mundo.

La película destaca por su banda sonora cuidadosamente seleccionada y por la interpretación de la música soul. Los temas elegidos no son solo canciones populares de la época, sino que se integran de forma orgánica en la narrativa, funcionando como una extensión de las emociones y los deseos de los personajes. La cinematografía, aunque no es particularmente innovadora, es funcional y efectiva, creando un ambiente visualmente acorde con la historia que se cuenta. Hay un gran cuidado en la recreación de Dublín en los años 80, no solo en la arquitectura y los edificios, sino también en la atmósfera social y cultural. La película tiene un final agridulce, que refleja la complejidad de la vida y la persistencia de las dificultades, pero que al mismo tiempo celebra la fuerza de la comunidad y la capacidad de superación de sus miembros.

Nota: 8/10