Los creyentes (1987)

“Los Creyentes” no es un thriller convencionales ni una película fácil de digerir. Brian De Palma, conocido por su estilo visual distintivo y su fascinación por el suspense, entrega una obra que se aferra a las sombras, a lo inquietante y a lo inescrutable. La película, estrenada en 1995, se presenta como una suerte de crónica urbana, un descenso a los recovecos más oscuros de la fe y la superstición en la Nueva York de los años 90. De Palma parece interesado en explorar los límites de la creencia, en diseccionar cómo la fe puede convertirse en una fuerza destructiva, tanto en lo individual como en lo colectivo.

La dirección de De Palma es, como siempre, meticulosa y obsesiva. Sus largos planos y las meticulosas composiciones de los espacios, la arquitectura y los personajes son un deleite visual, aunque a veces se acercan a la sobrecarga. El uso de la cámara lenta, el zoom y las transiciones abruptas, elementos pilares de su filmografía, se emplean con un propósito que va más allá de generar tensión; buscan desestabilizar al espectador y sumergirlo en la atmósfera opresiva de la película. El ritmo es deliberadamente pausado, dando tiempo a que el espectador absorba la atmósfera y a la duda de Cal Jamison, el protagonista interpretado magistralmente por Martin Sheen. Sheen ofrece una actuación contundente, transmitiendo con la mirada y el porte la angustia, el escepticismo y la creciente inquietud de un hombre que se enfrenta a una realidad que desafía su entendimiento racional.

El guion, coescrito por De Palma y Richard Price, es complejo y, en ocasiones, deliberadamente ambiguo. La trama no se desenvuelve de forma lineal, sino que se construye sobre fragmentos, testimonios contradictorios y pistas falsas. La película no proporciona respuestas fáciles ni soluciones obvias, dejando al espectador con la sensación de que la verdad, si es que existe, es mucho más oscura y difusa de lo que parece. La inclusión de elementos religiosos, como los rituales paganos y las creencias ancestrales, añade una capa de complejidad a la narrativa, sugiriendo que el mal no siempre se encuentra en el individuo, sino que puede residir en las profundidades de la historia y la tradición.

Sin embargo, la película no está exenta de fallos. Algunos personajes secundarios carecen de profundidad y se convierten en meros ejecutores de la trama. El desarrollo de algunos aspectos de la mitología y la cultura hispana, aunque interesante, podría haberse profundizado aún más. Además, la película, a pesar de su atmósfera claustrofóbica, a veces se vuelve un tanto repetitiva, con la constante presencia de sombras y susurros que, aunque efectivas, pueden resultar irritantes para algunos espectadores. No obstante, “Los Creyentes” es una experiencia cinematográfica que recompensa la atención y el espíritu crítico, dejando una impresión duradera en la mente del espectador.

Nota: 7/10