Los cuatro cocos (1929)

“Los Cuatro Cocos” no es una película que busca convencernos de su grandeza cinematográfica. Se presenta, deliberadamente, como una cápsula del tiempo, un retrato descaradamente divertido y a menudo absurdo de la Florida de los años 80 y la dinámica familiar de los Hermanos Marx. Es un ejercicio de nostalgia agridulce que, más que ofrecer una narrativa compleja, se deleita en la espontaneidad y el caos inherente a la propia familia Marx. La dirección de Walter Burns logra un ambiente vibrante y caótico, capturando la frenética energía de los negocios y las vidas de los hermanos, sin caer en la artificiosidad.

El guion, aunque ligero, funciona sorprendentemente bien. Se centra en pequeños entrelazados de situaciones cómicas que, a pesar de su apariencia trivial, reflejan una crítica implícita a la codicia y el vacío moral de la época. Las transacciones inmobiliarias fraudulentas, los robos de joyas y las maquinaciones para obtener beneficios a toda costa son presentadas con una ironía mordaz. Sin embargo, el guion no se preocupa en profundizar en las motivaciones de los personajes, optando por un enfoque más superficial, centrado en el humor inmediato. No obstante, estas situaciones, por lo absurdas que sean, son sostenidas gracias al talento del reparto y a la dirección que sabe crear situaciones inesperadas y divertidas.

El corazón de la película reside, indudablemente, en las actuaciones. Walter Matthau, como Felix Marx, brilla con su habitual sarcasmo y astucia. Su personaje es un hombre consumido por el dinero y la ambición, pero que se ve constantemente frustrado por la idiotez y la imprevisibilidad de sus hermanos. Dick Van Dyke, como Archie, ofrece una interpretación igualmente memorable, con su inocencia desarmante y su capacidad para meterse en problemas sin querer. Carla Lombard es eficiente como la esposa de Felix, y Don DeLuise aporta un contrapeso cómico y un sentimiento de estabilidad a la familia. La química entre los cuatro actores es palpable, y es este elemento el que eleva la película por encima de lo que podría ser simplemente una comedia slapstick.

La película, si bien entretenida y llena de momentos cómicos memorables, presenta algunas debilidades. La trama es, en definitiva, muy sencilla y predecible. Además, la banda sonora, aunque evocadora de la época, se siente a veces un poco forzada. Sin embargo, estos pequeños defectos son fácilmente compensados por el espíritu alegre y la autenticidad con la que se retrata el mundo de los Hermanos Marx. “Los Cuatro Cocos” es una película que sabe disfrutar de su propio humor, sin tomarse en serio a sí misma, y es precisamente esa actitud la que la convierte en un clásico del cine cómico.

Nota: 7/10