Los desmadrados piratas de Barba Amarilla (1983)

“Los desmadrados piratas de Barba Amarilla” (1987) es una aventura del pirata que, a pesar de su considerable pretensión y una puesta en escena vistosa, termina siendo un ejercicio de estilo más que de narrativa sólida. El director Alan Rickman, en su debut cinematográfico, demuestra una evidente fascinación por el espíritu de los clásicos piratas, pero su vision no logra trascender la simple recreación de la estética del género.

La película se centra en la trama de Ezekiel “Barba Amarilla” Clay, un pirata legendario encarcelado por sus excesos y, de repente, liberado por la guardia real para ser el espía perfecto en su búsqueda del tesoro familiar. El guion, aunque inicialemente prometedor con la idea de una conspiración a gran escala que involucra a reyes, nobles y poderosos, rápidamente se diluye en un enredo de personajes secundarios poco desarrollados y motivaciones poco claras. A pesar de los diálogos afilados y la ambientación detallada, la trama se siente construida sobre un esqueleto muy delgado, sufriendo de abundantes agujeros de trama y decisiones narrativas arbitrarias que, en general, desestabilizan la experiencia del espectador.

La dirección de Rickman es visualmente impactante. La película está repleta de colores vibrantes, efectos especiales decentes para su época y una puesta en escena que evoca el mundo de los culebrones de los años 80, con una mezcla de elementos de aventura, comedia y melodrama. Sin embargo, la estética, aunque atractiva, no compensa la fragilidad del guion. La banda sonora, un caos musical que alterna entre melodías épicas y efectos de sonido exagerados, contribuye a la atmósfera desordenada de la película, enfatizando su falta de coherencia.

Las actuaciones son, en general, sólidas. Charlton Heston, en el papel de Barba Amarilla, aporta una presencia imponente y un carisma inherentemente divertido al personaje, incluso cuando el guion le obliga a comportarse de forma ridícula. Jonathan Pryce, como el Rey, ofrece una interpretación elegante y despiadada, mientras que Christopher Lee, en su siempre memorable actuación, encarna la crueldad y el engaño con su habitual maestría. Sin embargo, algunos actores luchan por dar vida a personajes que resultan poco convincentes y subdesarrollados.

En definitiva, “Los desmadrados piratas de Barba Amarilla” es una película que se disfruta más por su espíritu aventurero y su estética exagerada que por la calidad de su guion. Es un espectáculo visualmente estimulante, pero narrativamente inconsistente. Se trata de un film que, como un tesoro enterrado, ofrece momentos brillantes, pero en su totalidad no cumple con las expectativas creadas por su atractivo inicial. Se siente como una oportunidad desperdiciada.

Nota: 6/10