Los dos amores de mi vida (2023)

“Los dos amores de mi vida” es una película que se ancla en la melancolía y la complejidad de las emociones humanas, aunque al final, no logra alcanzar la profundidad que promete. La historia, sencilla en su premisa, explora el dolor de la pérdida, la posibilidad del reencontro improbable y la dificultad de elegir entre un amor vivido y una nueva promesa. Sin embargo, la ejecución, aunque bien intencionada, se ve afectada por ciertas decisiones narrativas que, en general, no logran maximizar el impacto emocional.

La dirección de Alex Comas se basa en un tono sobrio y naturalista, evitando excesos de sentimentalismo. Se centra en la atmósfera, utilizando la luz y los colores para reflejar el estado emocional de las protagonistas. Emma (interpretada por Natalia López Alloza) está magníficamente retratada, transmitiendo con sutileza el luto, la frustración y el dolor por la pérdida de Jesse (Diego Calva). Lo más destacable de su actuación es la faceta de madurez adquirida tras el accidente, una evolución que se siente orgánica y convincente. Diego Calva, por su parte, ofrece una interpretación delicada y sutil como el fantasma del pasado, el hombre que, paradójicamente, sigue presente en la vida de Emma cuatro años después. Su presencia se siente menos como un personaje real y más como una reverberación de recuerdos y emociones.

El guion, aunque plantea preguntas interesantes sobre la naturaleza del amor, la memoria y la esperanza, se siente algo desordenado en su desarrollo. La trama se centra demasiado en la reconstrucción de la relación entre Emma y Jesse, dejando a un lado la exploración de su relación presente con sus respectivos compañeros. Los flashbacks, si bien necesarios para comprender la magnitud del amor que compartieron, a veces se sienten forzados y ralentizan el ritmo de la película. Se podría haber profundizado más en las motivaciones de Emma al regresar a la vida que había dejado atrás, en la búsqueda de una nueva identidad tras el trauma. Además, el romance que se desarrolla entre Emma y su amigo, aunque funcional para el argumento, carece de la fuerza y el matiz que se esperaría de una historia de amor.

No obstante, la película tiene algunos momentos genuinos de ternura y autenticidad. El desarrollo de la relación entre Emma y Jesse, a pesar de la brecha temporal, se siente creíble gracias a las actuaciones sólidas y la atmósfera melancólica que se crea en pantalla. La película, a pesar de sus fallos, nos invita a reflexionar sobre la fragilidad del amor, la importancia de las relaciones y la capacidad de la memoria para persistir incluso tras el dolor. Es una historia que, aunque no sorprende, deja una huella gracias a su sencillez y a la honestidad con la que aborda temas universales.

Nota:** 6/10