Los fantasmas no pueden... hacerlo (1989)

“Los fantasmas no pueden... hacerlo” es una película de terror psicológico que, en retrospectiva, resulta ser un ejemplo perfecto de cómo la ambición de un director puede superar con creces el talento real. Aunque la premisa, una historia de posesión demoníaca con un giro intrigante, ofrece una base sólida, la ejecución final es un tanto frustrante. La película, dirigida principalmente por Richard Dreyfuss, se basa en la peculiar idea de que el espíritu de un hombre consumido por la impotencia y la humillación regresa a la vida para recuperar el placer y la pasión, y que lo hace a través de diferentes cuerpos. El concepto tiene potencial, pero la película se pierde en un laberinto de imágenes surrealistas y una atmósfera que, en lugar de generar tensión, induce a la confusión y a la fatiga visual.

Bo Derek, en el papel de Kate O’Dare Scott, aporta una sensualidad natural y cierta vulnerabilidad que se ven empañadas por el guion. Su actuación, si bien no es extraordinaria, se sostiene gracias a su presencia en pantalla. Anthony Quinn, como el millonario M.B. Scott, entrega una interpretación que oscila entre lo cómico y lo perturbador, pero a menudo carece de la profundidad necesaria para comunicar el tormento interno del personaje. Dreyfuss, como director, parece más interesado en demostrar su capacidad para crear imágenes extrañas y perturbadoras que en desarrollar un guion coherente. La película está repleta de planos largos, movimientos de cámara inusuales y un uso excesivo de efectos visuales que, en lugar de reforzar la historia, la distraen y la diluyen.

El guion, escrito por David S. Polillio, es su mayor debilidad. Se apoya en clichés del género de terror y en una lógica interna inconsistente. Los flashbacks a la vida de M.B. Scott, destinados a explicar su descenso a la desesperación, son confusos y carecen de claridad. La forma en que el espíritu se manifiesta, a través de cuerpos sucesivos, es descrita de manera vaga y poco convincente. El horror no se basa en sustos repentinos o en la tensión psicológica, sino en imágenes extrañas y en la idea de que un hombre impotente puede poseer a su esposa. El tratamiento de la posesión es superficial y no explora la complejidad de la relación entre M.B. Scott y Kate O’Dare Scott. Se siente como una mera excusa para presentar un espectáculo visual, en lugar de una exploración de temas más profundos como la emasculación, la vergüenza y el deseo.

En definitiva, “Los fantasmas no pueden... hacerlo” es una película que promete más de lo que entrega. Aunque posee algunos momentos visualmente interesantes y una premisa intrigante, está plagada de errores de dirección, un guion inconsistente y actuaciones mediocres. Es un ejemplo de un proyecto con un gran potencial que, lamentablemente, no llega a materializarse plenamente. Se siente como una oportunidad perdida para crear una película de terror psicológico memorable.

Nota: 5/10