Los feos también mojan (2002)

“Los feos también mojan” (Weird Science) es un clásico reimaginado, no una simple copia, y la película de 2021 logra, sorprendentemente, capturar el espíritu de la original de 1985. La película se basa en la premisa de un adolescente solitario que, con la ayuda de su amigo y un programa de software, intenta recrear una noche de citas perfecta con una chica que le gusta. Lo que resulta ser un experimento social escapa de control, convirtiéndose en un cambio radical en la vida de Max, interpretado magistralmente por Cole Sprout, quien logra transmitir la torpeza y la vulnerabilidad de su personaje con una naturalidad innegable. La dirección de Michael Dougherty es fresca y dinámica, aprovechando al máximo la estética de los ochenta con una paleta de colores vibrante y efectos especiales que, aunque superados hoy en día, logran inyectar un encanto nostálgico. Dougherty no se limita a imitar la atmósfera original; introduce nuevos elementos visuales y narrativos que enriquecen la historia sin diluir su esencia.

La película, sin embargo, reside en su guion. La trama no solo es divertida y repleta de momentos memorables, sino que también aborda temas relevantes como la autoaceptación, la presión social y la búsqueda de la identidad, con un toque de humor inteligente. La relación entre Max y Luther (Ryan Poling) es el núcleo de la historia. Lo que comienza como una incomprensión y una rivalidad, evoluciona hasta convertirse en una amistad genuina y un apoyo mutuo que eleva la narrativa. El guion se aventura a mostrar el poder de la amistad, la importancia de ser uno mismo, incluso cuando eso implica ser diferente. La transmutación de Max en Gil Harris, el chico nuevo, es particularmente bien ejecutada. El cambio no es simplemente superficial; refleja un cambio interno en la personalidad de Max, impulsado por el deseo de ser aceptado y valorado.

Las actuaciones son sólidas en general. Además de la interpretación de Cole Sprout, Melanie Macarro como Danielle tiene presencia y aporta una belleza natural al personaje. El desarrollo de la relación entre Max y Danielle es suave y creíble. Aunque la película se centra en la experiencia de Max, los secundarios contribuyen a crear un ambiente realista, aunque exagerado en ocasiones, que complementa la trama. El guion se burla de las convenciones sociales, la cultura de los videojuegos y la obsesión por la imagen, elementos comunes en la adolescencia, sin caer en la pedantería o en la caricatura. La película evita juzgar a sus personajes, mostrando sus defectos y sus motivaciones con compasión. El ritmo es constante, manteniendo el interés del espectador desde el inicio hasta el final, aunque algunos elementos de la trama se sienten algo apresurados.

En definitiva, "Los feos también mojan" es un remake inteligente y entretenido que no rehuye la sombra del original, pero que al mismo tiempo se permite ser diferente. Es una película que puede disfrutar el público de todas las edades, tanto los que conocen la película de los ochenta como los que la descubren por primera vez. Un homenaje a un clásico, pero con su propio estilo y personalidad.

Nota: 7/10