Los gatos no bailan (1997)

“Los Gatos No Bailan” es una película que, paradójicamente, consigue evocar una profunda reflexión sobre las expectativas sociales y la perseverancia, disfrazada de comedia familiar. La historia de Danny, el gato ambicioso con aspiraciones de estrella de Broadway, es entrañable pero, en última instancia, no alcanza la profundidad que su premisa sugiere. La película, dirigida con un dinamismo que, a veces, se siente un poco forzado, busca entretener y, en cierto modo, funciona, aunque con cierta superficialidad.

La dirección de David Dobkin, conocido por “¡Una Noche en la Ciudad!”, se basa en un colorido y vibrante estilo visual que, sin duda, atrae la atención. Las secuencias musicales, coreografiadas de forma sencilla pero efectiva, son el punto fuerte de la película. La banda sonora, compuesta por Michael Giacchino, es contagiosa y contribuye a la atmósfera alegre y desenfadada de la obra. Sin embargo, la película a veces se ve sobrecargada de efectos especiales y momentos exagerados que restan credibilidad al argumento. La acción, por ejemplo, se siente un poco artificial, a menudo desvinculada de la lógica interna de la historia.

Las actuaciones son, en su mayoría, sólidas. Nicholas Cage, como Danny, ofrece una interpretación convincente y llena de matices, logrando transmitir la frustración y la determinación de su personaje. Su química con Lauren Graham, quien interpreta a la pragmática y cínica humana Sawyer, es particularmente interesante. La relación entre ambos personajes, en medio de la hilaridad, es el corazón emocional de la película. Los secundarios, como la entrañable hipopótamo Tillie interpretada por Kristen Bell, aportan un toque de humor y alivio cómico, aunque algunos personajes resultan un tanto unidimensionales. El actor que da vida a Pudge, el pingüino, ofrece un trabajo particularmente gracioso, su torpeza y entusiasmo son contagiosos.

El guion, escrito por Justin and Michael Watkins, es donde reside la principal debilidad de la película. La trama se siente a veces predecible y la resolución es algo obvia. Si bien la premisa – la discriminación contra los animales en el mundo del espectáculo – es interesante, la película no profundiza lo suficiente en la exploración de este tema. La crítica social, aunque presente, se reduce a un comentario superficial, sin ofrecer nuevas perspectivas ni cuestionamientos profundos. Se centra más en el disfrute cómico que en la reflexión crítica. La motivación de algunos personajes también carece de profundidad, lo que debilita la credibilidad de sus acciones.

En definitiva, “Los Gatos No Bailan” es una película entretenida, visualmente atractiva y con actuaciones agradables. Sin embargo, su guion simplista y su crítica social superficial limitan su potencial. Es un espectáculo familiar divertido, pero no particularmente memorable.

Nota: 6/10