Los Goonies (1985)

‘Los Goonies’ no es simplemente una película para niños; es una carta de amor a la aventura, a la amistad y a la inocencia perdida. Steve Spielberg, en su debut como director, logra crear un universo cinematográfico vibrante y contagioso que perdura en el tiempo, no solo gracias a su humor irreverente, sino también por la honestidad y el corazón que late bajo su superficie. La película se ha convertido en un clásico atemporal por una razón, y es que logra tocar fibras sensibles en el espectador, evocando un sentimiento de nostalgia por la primera infancia y la búsqueda de la grandeza en los lugares más inesperados.

La dirección de Spielberg es magistral. La película no se basa en efectos especiales espectaculares, sino en la habilidad para construir atmósferas y crear tensión. Cada escena, desde las húmedas y oscuras entrañas del desván hasta las emocionantes persecuciones por las cuevas, se siente visceral. Spielberg utiliza la cámara de forma innovadora para la época, con planos subjetivos que sumergen al espectador en la experiencia de los personajes, transmitiendo su emoción y sus miedos. El ritmo es impecable, alternando momentos de risa con la tensión de la búsqueda, manteniendo al público enganchado desde el principio hasta el final. La banda sonora, creada por Alan Silvestri, es otro elemento fundamental para el éxito de la película, complementando perfectamente la acción y las emociones.

El elenco, formado en gran parte por jóvenes actores, ofrece interpretaciones memorables. Sean Astin, como Mikey, encarna la vulnerabilidad y el coraje de un niño que, a pesar de sus miedos, se atreve a liderar al grupo. Corey Feldman, como Mouth, aporta un espíritu competitivo y divertido, mientras que Michael McKean, como Andy Dufresne (un sorprendente cameo), ofrece una dosis de sarcasmo y sabiduría. John Milius, como el Dr. Chet Welsh, interpreta con un encanto especial al ser el sheriff corrupto, pero con un corazón, y contribuye a la dinámica del grupo. Las actuaciones son naturales, genuinas y contribuyen a que los personajes sean entrañables. El juego de los jóvenes actores es convincente, y se nota que se divierten interpretando a sus personajes.

El guion, coescrito por Steven Spielberg y Richard Donner, es una obra maestra de la comedia de aventuras. La historia es sencilla, pero efectiva. La búsqueda del tesoro de la legendaria pirata One-Eyed Willy se convierte en una metáfora de la amistad y de la importancia de perseguir tus sueños, incluso si eso implica enfrentarte a peligros y desafíos. Las diálogos son ingeniosos y llenos de humor, y los personajes están bien desarrollados, con motivaciones claras y personalidades distintas. La trama está salpicada de giros inesperados y momentos de suspense que mantienen al espectador en vilo. La película no rehuye la complejidad moral, presentando personajes con defectos y virtudes, y explorando temas como la injusticia social y la corrupción. Aunque la trama tiene elementos que puedan resultar un poco rebuscados para los espectadores más modernos, la película logra mantener su frescura y su encanto gracias a su estilo único y a su mensaje positivo.

Nota: 8.5/10