Los inquilinos (2017)

“Los Inquilinos” (The Inhabitants) de Adam Gimbal es una película que, en su forma más básica, podría parecer un ejercicio de terror psicológico convencional. Sin embargo, bajo la superficie de una historia sobre gemelos aislados y una casa con secretos, se revela una exploración inquietante y perturbadora del trauma familiar, la desintegración de la identidad y la dificultad de escapar del pasado. La película no busca asustar con sustos fáciles o gore excesivo; en su lugar, construye una atmósfera de opresión y desasosiego que, gradualmente, erosiona la cordura de los protagonistas y del espectador.

La dirección de Gimbal es notable por su maestría en el uso de la luz y la sombra, y por su capacidad para crear una sensación constante de incomodidad. Las secuencias nocturnas, donde se desata la presencia maligna de la casa, son especialmente efectivas, empleando una paleta de colores apagados y una iluminación tenue que se concentra en las figuras de los gemelos, acentuando su vulnerabilidad y aislamiento. El uso de la cámara, a menudo con ángulos bajos y movimientos lentos, contribuye a la sensación de claustrofobia y de que la casa misma respira una amenaza palpable.

Las actuaciones de los gemelos, Finn Pigot y Joseph Cross, son excepcionales. Ambos logran transmitir la profunda y latente angustia de sus personajes, una mezcla de miedo, confusión y un creciente resentimiento hacia el legado familiar. Pigot, en particular, ofrece una interpretación convincente de Edward, quien lucha constantemente contra la creciente paranoia y la posibilidad de que su hermano esté siendo manipulado por la entidad que habita la casa. La química entre ambos es fundamental para el éxito de la película, y su creciente desconfianza mutua añade una capa de tensión dramática que se intensifica a medida que avanza la historia.

El guion, aunque deliberadamente lento y contemplativo, es el corazón de la película. La premisa de las tres reglas es un dispositivo efectivo para generar suspense y para explorar las dinámicas familiares disfuncionales. Sin embargo, lo que realmente destaca es la forma en que se desentraña la historia a través de flashbacks fragmentados y conversaciones inquietantes. Estos fragmentos del pasado revelan una historia de abuso, negligencia y un profundo secreto familiar que moldea la percepción de los gemelos sobre su realidad. La película no explica todo con claridad; a menudo deja pistas ambiguas y la interpretación recae en el espectador. Este enfoque, aunque puede ser frustrante para algunos, añade una capa de complejidad y ambigüedad que invita a la reflexión y a la discusión.

La película no ofrece respuestas fáciles ni finales felices. En cambio, nos presenta una situación trágica donde el pasado es un obstáculo insuperable y el futuro se ve nublado por la sombra de un trauma familiar. Es una película que te quita la paz, que te deja con preguntas y con la inquietante sensación de que, a veces, los fantasmas del pasado son más reales que los presentes.

Nota: 7/10