Los locos del bisturí (1982)

“Los Locos del Bisturí” (1974) de William Friedkin no es una comedia, a pesar de la sugerencia de su título. Es, en cambio, una inmersión profunda y visceral en la locura que acecha bajo la superficie de un hospital psiquiátrico. La película, que marcó un antes y un después en el género, no se dedica a reírnos de sus personajes, sino a mostrarnos la fragilidad de la mente y los límites de la razón con una brutalidad que todavía sorprende a más de medio siglo después.

La dirección de Friedkin es, sencillamente, magistral. Su estilo frenético, con planos cortos y movimientos de cámara audaces, nos sumerge en el caos del hospital, transmitiendo una sensación de claustrofobia y desorientación que es esencial para el desarrollo de la trama. La película es un ejercicio de tensión constante, donde cada escena se siente como un pequeño suspense. Friedkin no rehúye los detalles gráficos, lo que podría resultar perturbador para algunos espectadores, pero para mí, es fundamental para representar la realidad perturbadora de las enfermedades mentales y la violencia inherente a la institución que representa el hospital.

Las actuaciones son excepcionales. Jack Nicholson, en un papel que se convirtió en un punto de inflexión en su carrera, ofrece una interpretación desmesurada y profundamente inquietante de Randhir Singh, un joven médico obsesionado con la perfección y la eliminación de la sangre. Su actuación es tanto grotesca como conmovedora, transmitiendo un miedo profundo y una necesidad imperiosa de control. Gene Hackman, como el Dr. Humbert Rednor, ofrece un retrato de ambición y corrupción que es, quizás, el más aterrador de la película. Su personaje, un hombre de poder con una sed insaciable de control, es un reflejo oscuro de los peligros de la autoridad y el poder.

El guion, adaptado de la novela de Pol O. Kosterlitz, es inteligente y complejo. La trama no se basa en giros y vueltas de trama, sino en la construcción gradual de personajes complejos y contradictorios. Los diálogos son afilados y reveladores, y la película explora temas como la obsesión, la locura, la moralidad y la corrupción con una profundidad sorprendente. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que plantea preguntas incómodas sobre la naturaleza humana y los límites de la razón. No es una película que se olvida fácilmente; después de verla, te sientes perturbado y cuestionándote la propia percepción de la normalidad.

En definitiva, “Los Locos del Bisturí” es una obra maestra del cine de terror psicológico, una película que desafía al espectador y lo obliga a confrontar sus propios miedos. Es un clásico que merece ser visto y analizado, una película que, a pesar de su violencia, es una reflexión profunda sobre la condición humana. Una película que, incluso hoy, sigue siendo relevante y perturbadora.

Nota: 9/10