Los locos del Cannonball (1981)

“Los locos del Cannonball” (1981) no es solo una película de coches, sino un torbellino de energía pura y una radiante cápsula del tiempo. Esta comedia de carretera, dirigida por Roger Corman, se atreve a construir un relato sobre la ambición, la libertad y el espíritu rebelde que impregnaba la década de los ochenta, y lo hace con una audacia que pocas películas de su época lograron igualar. Corman, maestro del cine de bajo presupuesto, logra transformar un concepto aparentemente simple – una carrera ilegal de coches a través de Estados Unidos – en una experiencia cinematográfica visceral y memorable.

La dirección de Corman es frenética y dinámica. Las persecuciones en coche son coreografiadas con una naturalidad y una intensidad sorprendente para la época. No se refieren a efectos especiales grandilocuentes, sino a la planificación meticulosa de las escenas, a la utilización inteligente del entorno y al encuadre que acentúa la sensación de velocidad y peligro. Corman se aleja de la estética pulida y opta por un estilo más crudo, que refleja la naturaleza salvaje de la aventura que se narra. Observamos un uso magistral del plano secuencia y la cámara siguiendo el movimiento de los vehículos, sumergiéndonos por completo en el caos y la emoción del viaje.

El reparto, encabezado por Matthew Broderick como el ambicioso Jim Hopper, es uno de los puntos fuertes de la película. Broderick, en sus inicios, ofrece una interpretación vibrante y carismática, logrando transmitir la mezcla de nerviosismo, determinación y locura que define a su personaje. El resto del elenco, con intérpretes como Jeff Bridges, Diane Lane y Benjamin Russ, complementa a la perfección a Broderick, aportando matices y personalidad a sus roles. Las actuaciones son convincentes y honestas, contribuyendo a que los personajes se hagan memorables incluso con la limitada profundidad psicológica que se les otorga.

El guion, coescrito por James Bacon, se centra en la construcción de personajes secundarios que, aunque a menudo se presentan como meros obstáculos en el camino de Hopper, poseen una rica vida interior y motivaciones propias. La película explora temas como la búsqueda de la libertad, la desilusión con el sistema y la necesidad de romper con las convenciones. No se trata de una narrativa compleja, sino de un retrato de individuos que se ven arrastrados por la adrenalina de la competición y que encuentran en ella una forma de escapar de sus vidas monótonas. La película no intenta ser profunda en términos filosóficos, sino que se deleita en el absurdo de la situación, creando un ambiente divertido y relajado. Es una comedia que se disfruta a raudales, a pesar de su trama poco convencional.

“Los locos del Cannonball” es un clásico de culto que ha resistido la prueba del tiempo gracias a su energía contagiosa, su dirección vibrante y sus actuaciones sólidas. Es una celebración del espíritu de aventura y de la rebeldía juvenil, un recordatorio de que la libertad, a veces, se encuentra en la carretera y en la compañía de personas que comparten la misma locura. Más allá del género de la comedia de carretera, la película es un documento social de una época que se atrevía a desafiar las normas y a vivir intensamente.

Nota: 7/10