Los ojos de Tammy Faye (2021)

“Los Ojos de Tammy Faye” es, en última instancia, un examen de la fe, la ambición y la fragilidad del espíritu humano. Sebastián Stan y Cameron Monaghan se enfrentan a la tarea colosal de interpretar a dos figuras públicas notoriamente controvertidas, y en gran medida, la película logra un equilibrio entre la biopic tradicional y la exploración de la personalidad enigmática de Tammy Faye Bakker y su esposo Jim. La película no se conforma con una simple cronología de escándalos; busca, con cierto éxito, desentrañar las motivaciones detrás del frenético éxito de la pareja y su posterior caída en desgracia.

La dirección de Andrew Dominik es, sin duda, el elemento más distintivo de la película. Dominik, conocido por su estilo visualmente audaz y su enfoque en la disonancia, crea una atmósfera inquietante y a veces opresiva. El uso de colores vibrantes, la fotografía saturada y los cortes abruptos contribuyen a transmitir la intensidad emocional de la historia. Sin embargo, a veces, esta estética excesiva puede sentirse un poco estridente y alejar al espectador de la experiencia. Dominik evita mostrar los hechos de manera literal, inclinándose por una narración fragmentada que refleja la naturaleza caótica de la vida de la pareja, con flashbacks que funcionan como ventanas a sus profundos anhelos y su lucha interna. No se trata de una película que busca ser amable con sus personajes; la ambigüedad moral es un elemento constante, obligando al espectador a cuestionar sus propias ideas sobre la fe y la moralidad.

Las actuaciones son, en general, sobresalientes. Stan ofrece una interpretación sorprendentemente conmovedora de Tammy Faye. Logra transmitir su genuina devoción a Dios, su capacidad para conectar con las personas a través de su empatía y su incansable optimismo. Monaghan, por su parte, ofrece un retrato complejo y a veces inquietante de Jim Bakker, mostrando tanto su carisma público como sus tendencias manipuladoras y su desprecio por la verdad. La química entre los dos actores es palpable, creando una dinámica que va más allá de la simple relación matrimonial, convirtiéndose en el eje central de la película. La interpretación de Monica Billio como Jessica Hahn, el hombre que provocó la crisis, es breve pero crucial para entender el punto de inflexión en la vida de la pareja.

Si bien el guion cumple con su cometido de relatar la historia de los Bakker, carece de un lirismo que hubiera elevado la experiencia. Algunos diálogos son demasiado expositivos, y la trama a veces se siente apresurada, especialmente en la segunda mitad de la película, cuando se centra en los escándalos y la caída de la pareja. La película se pierde a veces en detalles anecdóticos que, aunque interesantes, no contribuyen de manera significativa al desarrollo de los personajes o a la comprensión de los eventos centrales. No obstante, la película tiene un gran impacto emocional, gracias a la complejidad de sus personajes y la honestidad con la que aborda temas como la fe, la ambición, la manipulación y la búsqueda de la redención.

Nota: 7.5/10