Los ojos del bosque (1980)

“Los Ojos del Bosque” no es una película que te dejará alucinado, pero sí que te insinúa una atmósfera inquietante y melancólica que persiste en la mente después de salir del cine. La película se centra en la llegada de la familia Henderson a una antigua casa de campo en la campiña inglesa, un lugar que, como revelará la trama, guarda secretos y una historia dolorosa. La propuesta de terror psicológico es interesante, y la película se centra menos en sustos baratos y más en la construcción progresiva de la tensión y la sensación de que algo maligno acecha en el entorno. No se trata de una experiencia de terror tradicional, sino de una reflexión sobre el duelo, la pérdida y el poder del pasado.

La dirección de Emma Broôme es precisa y, en general, efectiva. Crea un ambiente rural sombrío, aprovechando al máximo la luz natural y la belleza del paisaje inglés, que contrasta con la oscuridad interna de los personajes. Se nota que el equipo técnico ha puesto especial atención en la fotografía, utilizando una paleta de colores apagados y contrastes de luz y sombra para intensificar la sensación de malestar. Sin embargo, a veces, la dirección puede resultar un poco excesivamente lenta, y algunos momentos, como las visiones, se prolongan demasiado, perdiendo parte de su impacto. La película no se apresura, y eso puede ser una virtud para algunos, pero otros podrían encontrarlo tedioso.

El reparto es sólido, con un trabajo particularmente destacable de Alice Eve como Sarah Henderson, la matriarca de la familia. Eve transmite con sutileza la angustia y el creciente desasosiego de su personaje, y sus interpretaciones de las visiones es la columna vertebral de la película. Los hijos, interpretados por los jóvenes Frankie Szosteck y Freya Switzer, aportan frescura y un toque de inocencia que contrasta con la creciente desesperación de su madre. El papel del padre, interpretado por Sam Claflin, aunque presente, se queda algo plano, carente de profundidad, y no logra captar completamente la atención del espectador.

El guion, escrito por Broôme y Ben Taylor, es el punto más débil de la película. Si bien la premisa es interesante y el desarrollo de la historia es gradual, el guion carece de originalidad y presenta algunos clichés del género. Las visiones, aunque visualmente atractivas, a menudo son narradas en diálogos que se sienten forzados y poco creíbles. Además, el final, aunque evocador, es un poco ambiguo y no ofrece las respuestas que el espectador espera. Se intuye la intención de dejar al público con algunas preguntas sin resolver, pero el resultado final es un poco frustrante.

En definitiva, “Los Ojos del Bosque” es una película con potencial que, a pesar de sus defectos, logra generar una atmósfera inquietante y ofrecer una reflexión sobre temas profundos. No es una obra maestra del terror, pero sí una película que vale la pena ver si buscas una experiencia de suspense psicológica que te haga pensar después de salir del cine. Se puede disfrutar, aunque no siempre es la mejor opción para aquellos que buscan emociones fuertes y acción trepidante.

Nota: 6.5/10