Los picarones (1976)

“Los Picarones”, la nueva película de Pablo Nun, no es una revolución del cine español, ni tampoco pretende serlo. Es, sin embargo, una película entrañable y sorprendentemente efectiva que se abre paso con una calidez y una honestidad emocional que, en un género a veces demasiado artificioso, resultan refrescadoras. La película se centra en Matthau (interpretado con maestría por Javier Gutiérrez), un viejo jugador de béisbol consumido por su amargura y su frustración. Su pasado, marcado por un fracaso personal y profesional, lo ha convertido en un hombre taciturno y desconfiado. Cuando se le encomienda el reto de dirigir un equipo juvenil, Matthau se encuentra obligado a confrontar su propio dolor y a intentar encauzarlos hacia un objetivo común: ganar su primer partido.

La dirección de Pablo Nun es sencilla pero perspicaz. Evita los grandilocuentes momentos dramáticos, centrándose en los detalles, en las pequeñas conversaciones y en las miradas que revelan el interior de los personajes. La película se mueve a un ritmo pausado, que permite que la relación entre Matthau y los jóvenes del equipo se desarrolle con naturalidad. Hay una gran atención al detalle en la ambientación, mostrando con fidelidad el entorno rural gallego, con sus paisajes, su gente y sus costumbres. La fotografía de Rodrigo Prieto contribuye a la atmósfera rural, capturando la belleza del paisaje y la luz del sol que acaricia la piel.

Javier Gutiérrez ofrece una interpretación sólida y, a mi parecer, conmovedora. Su Matthau no es un personaje fácil de amar. Es gruñón, irritable y, a menudo, insensible. Pero a medida que avanza la película, se empiezan a vislumbrar las grietas en su armadura emocional, y Gutiérrez consigue transmitir con sutileza la carga emocional que lleva consigo. El resto del reparto es igualmente convincente. Las actuaciones de los jóvenes del equipo juvenil, en particular, son naturales y creíbles. Se percibe la mezcla de ilusión, nerviosismo y ganas de demostrar su valía. No se cargan de estereotipos, sino que se presentan como jóvenes con sueños y aspiraciones, como cualquier otro grupo de chicos.

En cuanto al guion, "Los Picarones" se apoya en un tema universal: la búsqueda de la redención y la importancia de la comunidad. La película no ofrece soluciones fáciles ni finales felices. Más bien, nos plantea preguntas sobre el significado de la vida, la necesidad de perdonarnos a nosotros mismos y de aceptar que los errores del pasado no nos definen. La historia es sencilla, pero bien construida, con un trasfondo emocional que conecta con el espectador. Aunque el argumento no sea particularmente original, la manera en que se desarrolla y se plantea es lo que le da fuerza y resonancia. Hay momentos muy agradables y otros, quizá un poco más lentos, pero la película consigue mantener el interés del espectador a lo largo de su duración. Es una película que, en definitiva, te cala hondo, incluso si te deja con la sensación de que la verdadera magia reside en los detalles y en las pequeñas victorias del día a día.

Nota: 7/10