Los romances de Andy Hardy (1946)

“Los Romances de Andy Hardy” no es precisamente un hito cinematográfico, pero tampoco pretende serlo. Esta comedia adolescente de 1940, con la participación del entonces joven Dean Martin, es una producción encantadora, con la frescura y la ingenuidad propias de la época, aunque hoy en día carece de la chispa y el ingenio que la habrían convertido en una joya perdurable. La película, de manera inteligente, utiliza la vuelta de Andy Hardy a la vida civil después de la guerra como excusa para explorar temas universales de crecimiento, enamoramiento y autodescubrimiento, todo ello envuelto en una atmósfera tropical y un guion que, aunque predecible, se regodea en situaciones cómicas ligeras y diálogos ingeniosos.

La dirección de Gordon Douglas es funcional y, en su momento, adecuada para el tono y el género. Se centra en mantener el ritmo ágil, mostrando las situaciones cómicas con una claridad que permite al espectador seguir el hilo de la trama sin complicaciones. Sin embargo, la dirección carece de una visión más profunda, de esa maestría que eleva la comedia y la hace memorable. La fotografía, aunque colorida y evocadora de los caribeños de la época, no aporta elementos distintivos que la diferencien. El uso de la banda sonora es estándar, sirviendo para subrayar las escenas cómicas y para crear un ambiente festivo.

La película se sostiene en gran medida gracias a las actuaciones. Dean Martin, a apenas 17 años, demuestra un talento innato para el humor físico y la expresividad. Su interpretación de Andy Hardy es convincente, mostrando la vulnerabilidad y la confusión de un joven que intenta redefinir su identidad tras la experiencia traumática de la guerra. El resto del reparto, con figuras como Pedro Armondo, ofrece interpretaciones sólidas y contribuye a la riqueza del ambiente. En particular, la relación entre Andy y la nueva chica, una joven boricana llamada Ruth, es convincente y genera momentos de ternura y humor. Sin embargo, la química entre los actores no siempre logra alcanzar su máximo potencial.

El guion, escrito por Nat Aver y Frank Caviglia, es el punto débil principal de la película. Se basa en clichés de la comedia adolescente: rivales amorosos, situaciones cómicas inverosímiles, y un final feliz previsible. Aunque hay algunos diálogos que resuenan con la inteligencia de la época, la trama carece de originalidad y profundidad. La exploración del impacto psicológico de la guerra en Andy es superficial y se resuelve rápidamente con la llegada de la nueva chica. La película, por tanto, se limita a ofrecer una comedia ligera y entretenida, sin ambiciones de explorar temas más complejos o provocar una reflexión profunda en el espectador.

A pesar de sus defectos, “Los Romances de Andy Hardy” es una película agradable para pasar el rato, especialmente si se aprecia el cine clásico y la estética de los años 40. Es una producción que, aunque no destaca por su innovación o su calidad cinematográfica, ofrece una dosis de optimismo y diversión. Es un viaje a través de un mundo de romances juveniles, con una banda sonora pegadiza y una atmósfera tropical que evoca tiempos más sencillos. La película es, en definitiva, un producto de su época, con un encanto nostálgico que puede resultar atractivo para un público amplio.

Nota: 6.5/10