Los secretos que contamos las mentiras qué guardamos parte 3 (2014)

“Los secretos que contamos las mentiras que guardamos parte 3” se presenta no como un simple continuation, sino como una consolidación de la inquietante y, a veces, brutal historia que comenzó en 2019. La trilogía, bajo la dirección de la siempre estimulante Michel Franco, se adentra aún más en la psique de sus personajes, explorando las consecuencias devastadoras de la violencia y la manipulación, y, crucialmente, la fragilidad de la memoria y la verdad. Franco ha logrado, como tantas veces antes, crear un ambiente opresivo y claustrofóbico que se impregna en cada fotograma, un ambiente que no solo es visualmente impactante, sino también emocionalmente agotador.

La película se centra en Roni, interpretada de manera excepcionalmente magistral por Ana de Armas. Su personaje, consumido por un dolor inmenso y una necesidad vengativa, es complejo y, a menudo, moralmente ambiguo. De Armas se desdibuja la heroína idealizada, revelando a una mujer rota, atormentada por recuerdos fragmentados y la incapacidad de comprender la verdadera magnitud de su tragedia. Su actuación es un estudio de personaje impecable, capaz de transmitir una profunda tristeza y un rencor incontrolable con solo una mirada. La química entre De Armas y el también impresionante Gael García Bernal, quien interpreta a Tank, es palpable y añade una capa adicional de tensión al relato.

El guion, en esta entrega, es más sutil y deliberadamente frustrante que en las anteriores. Franco no ofrece respuestas fáciles ni soluciones obvias. La trama se desarrolla a través de flashbacks, intermitentes y a veces confusos, que nos obligan a reconstruir la historia desde nuestros propios fragmentos de memoria. Esta estrategia, si bien puede resultar inicialmente desconcertante, es fundamental para comunicar la naturaleza subjetiva de la verdad y la dificultad de distinguir entre la realidad y la ilusión. La película cuestiona la fiabilidad de los narradores, tanto internos como externos, y nos obliga a ser espectadores activos, a participar en la construcción del significado. La música, como siempre con Franco, es otro elemento fundamental, creando una atmósfera de melancolía y anticipación que refuerza la sensación de desasosiego.

Si bien “Los secretos que contamos las mentiras que guardamos parte 3” no es una película fácil de ver, ni tampoco una fácil de olvidar, es un logro cinematográfico que reafirma la visión única de Michel Franco. Es una película que se queda contigo mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar, alimentando debates y reflexiones sobre la naturaleza de la memoria, la justicia y el precio que pagamos por nuestros errores. No es una película para todos los públicos, pero para aquellos que aprecien el cine reflexivo y visceral, es una experiencia obligada.

Nota: 8.5/10