Los sueños húmedos de Patrizia (1982)

“Los sueños húmedos de Patrizia” no es una película que se olvida fácilmente. Marco Bellocchio se adentra en las zonas más íntimas y a veces incómodas de las relaciones humanas, con una intensidad que puede resultar desconcertante pero, sobre todo, profundamente perturbadora. La película no se conforma con ofrecer una historia de amor convencional; la disecciona, la desmantela y la reconstruye de manera abrupta, dejando al espectador con una sensación persistente de incomodidad y un cuestionamiento inevitable sobre la naturaleza del deseo y la memoria.

La dirección de Bellocchio es, como siempre, precisa y meticulosa. No rehuye la realidad cruda y, a menudo, desagradable de la situación. La cámara observa, documenta y, en ocasiones, casi intrusa, con una naturalidad que contribuye a la atmósfera opresiva de la película. Utiliza planos largos y silenciosos, a menudo enfocados en los rostros de los personajes, intensificando la tensión y el peso de cada interacción. El sonido juega un papel fundamental; el ruido blanco, la música de fondo y los murmullos crean un ambiente de inquietud constante, palpable desde el principio y que se mantiene hasta el final.

Las actuaciones son soberanas. Maurizio Merlo como Javier es extraordinariamente sutil, transmitiendo a través de su mirada y de sus movimientos una mezcla de frustración, obsesión y, quizá, una profunda soledad. Alba Rohrwacher, en el papel de Patrizia, ofrece una interpretación compleja y contradictoria, mostrando tanto su vulnerabilidad como su capacidad de resistencia. La química entre ambos actores es evidente, lo que hace que la dinámica de su relación sea aún más inquietante y convincente. Sin embargo, no se trata de una química romántica, sino de una fascinación perversa, una especie de danza de poder y control.

El guion, quizás el punto más fuerte de la película, se distingue por su capacidad de sugerir más de lo que dice. Las conversaciones son escasas, a menudo interrumpidas por silencios incómodos y miradas acusadoras. La película se basa en la insinuación, en la ambigüedad y en la representación visual de los deseos reprimidos. El uso del videocassette, que sirve como un registro tangible de la obsesión de Javier, es un recurso magistral, a la vez conmovedor y perturbador. La idea de revivir, o al menos, contemplar, estos "sueños húmedos" es lo que impulsa la narrativa y confronta al espectador con la fragilidad de la memoria y la naturaleza efímera del deseo.

“Los sueños húmedos de Patrizia” no es una película para todos los gustos. Su ritmo lento, su atmósfera opresiva y su tratamiento de temas delicados pueden resultar incómodos. Pero es una película que desafía al espectador a cuestionar sus propias preconcepciones sobre el amor, la sexualidad y la memoria. Es una obra maestra del cine contemporáneo, una película que permanece en la mente mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar.

Nota: 8.5/10