Los supercamorristas contra los fantasmas (1992)

“Los supercamorristas contra los fantasmas” no es una película que busca la grandeza cinematográfica, ni tampoco pretende ofender con su explícita intención de ser una comedia de acción con toques de terror. Es, en esencia, una pastilla de situaciones absurdas, un carnaval de clichés y una apuesta arriesgada por el humor trash, que resulta ser a la vez sorprendentemente entretenida y, al mismo tiempo, lamentablemente carente de profundidad. La película, dirigida con una audacia casi infantil por Brian Trenchard Lowe, se basa en la premisa de un equipo de criminales a sueldo, los Lucky Stars, que se encuentran accidentalmente involucrados en la búsqueda de un fantasma vengativo. Esta premisa, por sí sola, es lo suficientemente peculiar como para generar curiosidad, pero la película la explota sin mayor reflexión, entregando un ritmo desordenado y una sucesión de gags que, aunque cómicos en su ejecución, pierden fuerza por su repetición y falta de originalidad.

La dirección de Lowe se caracteriza por su gusto por lo excéntrico y lo visualmente impactante. Las escenas de acción, coreografiadas de forma exagerada y llena de efectos especiales exagerados, cumplen su función de generar momentos de disfrute visual. Sin embargo, la constante voluntad de sobresaltar a la audiencia a menudo se convierte en una fórmula repetitiva y, en ocasiones, desconcertante. La película se siente, en general, como si la dirección se centrara más en la estética del espectáculo que en la construcción de una narrativa sólida. La atmósfera, aunque intencionadamente barata y a veces inquietante, se diluye en la sobrecarga de elementos visuales.

El reparto es, quizás, el punto más interesante de la película. La química entre los actores que interpretan a los Lucky Stars es notable, y cada uno de ellos aporta una energía particular a su personaje. Henry Starr, interpretado por el siempre carismático Scoot McNairy, lidera el grupo con una mezcla de astucia criminal y torpeza endearing. Las actuaciones son sólidas, con destaque para el papel de la detective Lena, interpretada por una Piper Perdue que logra dotar de humanidad a una figura inicialmente estereotipada. No obstante, incluso con actuaciones destacadas, el guion no brinda suficiente material para que los actores exploren completamente el potencial de sus personajes.

El guion es, en definitiva, el mayor defecto de la película. Si bien la premisa es intrigante, la ejecución es superficial. Los diálogos son a menudo forzados y poco naturales, y la trama se complica innecesariamente con subtramas que no contribuyen significativamente al desarrollo de la historia. La exploración de temas como la justicia, la venganza y la pérdida de seres queridos se reduce a clichés y bromas fáciles. La película se permite jugar con el género de fantasmas, pero no profundiza en la esencia del espectro, ni en el proceso de la muerte y el más allá, restando interés a la historia. La película se pierde en la búsqueda de la comedia, sacrificando la coherencia narrativa y el desarrollo de personajes.

En resumen, “Los supercamorristas contra los fantasmas” es una experiencia cinematográfica particular que no dejará indiferente al espectador. Su tono irreverente, sus escenas de acción exageradas y su reparto talentoso pueden resultar entretenidos, pero su guion predecible y su falta de originalidad impiden que la película alcance su máximo potencial. Es un título recomendable para aquellos que buscan una película ligera y divertida, pero no para aquellos que esperan una experiencia cinematográfica profunda o memorable.

Nota: 6/10