Los Teleñecos (2011)

“Los Teleñecos” no es una película que pretende ser una joya del cine, ni siquiera un clásico instantáneo. Sin embargo, este regreso a la pantalla grande de los irreverentes personajes de Jim Henson marca un punto de inflexión y, en muchos sentidos, una celebración del espíritu de la comedia de los 80, con una dosis generosa de nostalgia que funciona sorprendentemente bien. La película se centra en la búsqueda de Walter, un fanático devoto de los Teleñecos, para reunir a sus amigos y a los personajes para salvar el Teatro de los Teleñecos de la demolición. Su misión se convierte en una aventura caótica y onírica que explora temas de amistad, perseverancia y la importancia de la comunidad.

La dirección de Brian Robbins se siente a veces un poco desordenada, con escenas que se apilan sin una clara intención narrativa. Sin embargo, logra capturar la esencia del humor absurdo de los Teleñecos. Utiliza un estilo visual que recuerda a las animaciones de Jim Henson, creando una atmósfera visualmente rica, aunque a veces un poco saturada. La película no se toma la comedia demasiado en serio, y ese es su mayor punto a favor. Las secuencias de acción, aunque evidentemente exageradas, están bien coreografiadas y son visualmente entretenidas, especialmente cuando involucran la astucia de Animal y las peculiaridades de Gonzo. Robbins ha logrado devolver a los Teleñecos a una época donde el humor era a menudo impredecible y la lógica no era un requisito indispensable.

Las actuaciones son sólidas. Jason Segel, como Gary, aporta un equilibrio perfecto entre la frustración de un amigo que se ve arrastrado por la locura de Walter, y la genuina alegría de estar rodeado de personajes tan extravagantes. Amy Adams, como Mary, ofrece una interpretación sutil y encantadora, mostrando el lado sensible de la mujer que se encuentra en un mundo lleno de locura. Chris Cooper, en su papel como el villano Tex Richman, es efectivo como el magnate despiadado que representa el peligro de la modernidad y la destrucción del pasado. Pero el verdadero corazón de la película reside en los actores de voz originales – Dave Goelz, Pat Carroll, Phil Hartman (en flashbacks) – que han mantenido la vitalidad y el encanto de sus personajes a lo largo de las décadas. Su trabajo es, en esencia, el alma de la película.

El guion, escrito por Jim Henson y Brian Robbins, se beneficia enormemente del legado de Henson. La película está repleta de referencias al universo de los Teleñecos, pero también introduce nuevos elementos que enriquecen la historia. Las secuencias en Reno y Santa Bárbara son particularmente memorables, mostrando el desarrollo de las vidas de los personajes y su adaptación a nuevos roles. Sin embargo, el guion a veces se vuelve un poco confuso en su trama principal, y algunas subtramas se sienten un poco apresuradas. No obstante, la película se beneficia de un tono ligero y una actitud despreocupada que la hace accesible a un público amplio. El chiste es la prioridad y, en ese sentido, la película lo cumple a la perfección.

A pesar de sus defectos, "Los Teleñecos" es una película nostálgica y entretenida que celebra el espíritu de la comedia de los 80. Es un homenaje al trabajo de Jim Henson y a los personajes que enamoraron a generaciones. Una película que, en definitiva, consigue traer de vuelta la alegría de un tiempo en que la imaginación no tenía límites y el absurdo era la norma.

Nota: 7/10