Los viajes de Gulliver (2010)

“Los Viajes de Gulliver” es, en su esencia, una reinterpretación audaz y, a veces, un tanto desconcertante del clásico de Jonathan Swift. La película, dirigida por Peter Cramer, se distancia radicalmente de la narrativa original, abrazando un tono fantasioso y de comedia física que, aunque no siempre logra enganchar, ofrece una experiencia visualmente estimulante y, en última instancia, entretenida. Jack Black, en el papel de Lemuel Gulliver, aporta una energía contagiosa y una vulnerabilidad inesperada al protagonista. Su interpretación supera con creces las expectativas, logrando que el espectador simpatice con este personaje aparentemente despistado y con sus constantes dudas sobre su talento literario.

La dirección de Cramer se centra en la creación de mundos visualmente impactantes. La isla de los liliputienses es un torbellino de colores y texturas, una ciudad en miniatura que parece sacada de un sueño febril. Se presta especial atención a la escala, logrando que el espectador se sienta abrumado por la magnitud del gigante Gulliver en comparación con sus diminutos compañeros. El trabajo de los diseñadores de producción y los efectos visuales es, en general, impecable, aunque algunos momentos de CGI resultan ligeramente exagerados y con una estética un poco datada. Sin embargo, la atmósfera general es predominantemente positiva, creando una sensación de encanto y misterio.

El guion, escrito por Justin Halpern, Matthew Goldberg y Derek Mussachio, es donde la película se queda a medio camino. Si bien la premisa es intrigante y el desarrollo inicial funciona bien, la trama se complica considerablemente a medida que avanza. Los conflictos se vuelven exagerados, los diálogos a veces torpes y la resolución final, aunque satisfactoria, se siente un poco apresurada. Hay una sensación de que el guion, intentando abarcar demasiados temas (la búsqueda de la identidad, la autoestima, la amistad, la superación de los miedos) pierde fuerza en el proceso. A pesar del humor presente, la película no logra alcanzar la profundidad psicológica que podría haberle dado.

A pesar de sus fallos, “Los Viajes de Gulliver” es una película con un gran corazón. Es una oda a la imaginación, un recordatorio de la importancia de creer en uno mismo y de aceptar a los demás tal como son. La película no se toma a sí misma demasiado en serio, abrazando la ridiculez de su propia historia y disfrutando del viaje. Jack Black, una vez más, demuestra su versatilidad como actor, ofreciendo una actuación memorable que eleva el nivel de la película. La banda sonora, con canciones originales interpretadas por artistas como Florence + The Machine y Arcade Fire, también contribuye a la atmósfera fantástica de la película. En definitiva, “Los Viajes de Gulliver” es un entretenimiento ligero, divertido y visualmente atractivo, aunque carente de la profundidad y la complejidad de su inspiración literaria.

Nota: 6.5/10