Los visitantes regresan por el túnel del tiempo (1998)

“Los visitantes regresan por el túnel del tiempo” es, en el fondo, una carta de amor nostálgica a un subgénero de la comedia francesa: la aventura, llevada con la ligereza y el absurdo característicos de los hermanos Dardenne. Después del éxito de la primera entrega, la película de Jean-Pierre Bellemourt y Frédéric Fonteijn no intenta reinventar la rueda, sino que se aferra a la fórmula que funcionó tan bien, enriqueciéndola con una trama de intriga y un humor que, si bien es recurrente, se siente por momentos más sutil y efectivo.

La película sigue a Godefroy, el caballero un tanto despistado pero con una gran nobleza de corazón, y a su escudero, el joven y pragmático Étienne. Su regreso a la época medieval en la primera entrega los dejó con una experiencia transformadora, pero ahora se enfrentan a una nueva crisis: el robo de las joyas sagradas de la familia real. La premisa, por sí sola, podría parecer sencilla, pero Bellemourt y Fonteijn la utilizan como trampolín para una serie de situaciones hilarantes y desorientadas. La película se construye sobre la idea de que el viaje en el tiempo no es una herramienta para la precisión histórica, sino un catalizador para el caos y la confusión. El humor aquí no reside en slapstick explícito, sino en el contraste entre la grandilocuencia de la era medieval y la torpeza y el ingenio de nuestros personajes.

La dirección de Bellemourt se caracteriza por su naturalidad y un gran dominio de la composición. Evita la sobreproducción, optando por un estilo visual que recuerda a las películas de los hermanos Dardenne, con planos largos, movimientos de cámara sutiles y un uso privilegiado de la luz natural. La película se siente visualmente rica, sin necesidad de efectos especiales ostentosos. La banda sonora, a menudo con melodías medievales y la adición de sonidos contemporáneos, acentúa la sensación de incongruencia y añade otra capa de humor a la situación. Las escenas en el castillo medieval, aunque son escénicas, están bien construidas y logran transmitir la atmósfera de la época.

Las actuaciones son sólidas. Julien Clerc, como Godefroy, aporta una gran presencia escénica y un carisma contagioso. Su interpretación equilibra perfectamente la seriedad de un caballero medieval con la torpeza y la vulnerabilidad de un hombre moderno. El joven Benjamin Pialat, como Etienne, ofrece un contrapunto perfecto a la figura de Godefroy, aportando un toque de inteligencia y cinismo. La química entre los dos actores es fundamental para el éxito de la película. También merece mención el elenco de secundarios, que interpretan a sus roles con gran precisión y un gran sentido del humor. Sus personajes, aunque caricaturescos, son memorables y contribuyen en gran medida al disfrute del espectador.

Sin embargo, la película no es perfecta. A veces, el humor puede sentirse un poco repetitivo, y la trama, si bien entretenida, podría haberse beneficiado de un desarrollo más profundo. A pesar de esto, “Los visitantes regresan por el túnel del tiempo” es una comedia de aventuras agradable y divertida, ideal para una noche de cine familiar. Es una película que honra el género, pero que también lo reinventa con su sello particular. Es un trabajo que demuestra que el humor inteligente y bien ejecutado sigue siendo una fórmula válida.

Nota: 7/10