“Luca” es, ante todo, un bálsamo visual. La película de Pixar, dirigida por Enrico Brugnatelli y Dana Waligura, nos transporta a un paraíso mediterráneo, al encanto y la languidez del pueblo costero italiano de Portorosso. Desde la explosión de color de sus calles empedradas hasta la calidez de sus paisajes, la película es un festín para los ojos. Pero más allá de su atractivo estético, “Luca” es una fábula sobre la amistad, la aceptación y la búsqueda de la identidad, con un giro mágico que la convierte en una experiencia cinematográfica sorprendentemente conmovedora.
La historia se centra en Luca, un joven monstruo marino que, a pesar de su origen acuático, anhela vivir una vida normal en la tierra. Su verano en Portorosso es un torbellino de aventuras: paseos en scooter, la competición de pesca, la visita al Festival del Marisco y, sobre todo, la amistad con Alberto, un chico humano fascinado por los aviones. El guion, aunque no particularmente arriesgado, se beneficia de una ejecución precisa. Se centra en la simplicidad de la vida cotidiana, enriquecida por la magia del mundo submarino. La trama, en ocasiones, podría haber explotado con más originalidad, pero la fuerza del personaje de Luca y la atmósfera palpable compensan cualquier apuro narrativo.
El peso de la historia recae en el hombro de Jacob Tremblay, que ofrece una interpretación excepcionalmente madura para su edad. Luca no es un niño ingenuo; en su búsqueda de aceptación, muestra una vulnerabilidad y una soledad que generan una fuerte empatía en el espectador. El desarrollo del personaje es sutil pero efectivo, y su evolución a lo largo del verano es el corazón de la película. El compañero de reparto, Awriting en el papel de Alberto, complementa la actuación de Tremblay con entusiasmo y una cierta torpeza adorable. Ambos aportan un equilibrio perfecto a la dinámica de la película.
La dirección técnica es impecable. La animación, en 3D, es fluida y detallada, con una especial atención al agua y al mundo submarino. Las escenas de acción, como las persecuciones en scooter, son vibrantes y dinámicas. Sin embargo, quizá la gran fortaleza de la película reside en su tono. “Luca” no es una comedia desenfadada, ni un drama melancólico. Es una película que oscila entre la alegría y la tristeza, la inocencia y la reflexión, abrazando una gama de emociones que la hacen resonar profundamente. La banda sonora, con melodías italianas que evocan la costa y la infancia, potencia aún más la atmósfera mágica de la película.
En definitiva, “Luca” es una joya animada que celebra la amistad, la aceptación y la importancia de ser uno mismo. Es una película que, a pesar de su temática ligera, toca fibras sensibles y nos recuerda que la verdadera magia reside en las conexiones humanas y en la capacidad de soñar.
Nota: 8/10