Lucky You (2007)

“Lucky You”, de Jonathan Lavelle, es una película que se siente como un viaje a un lugar cómodo, aunque ligeramente desordenado. No es una obra maestra revolucionaria, pero ofrece un entretenimiento agradable y, sorprendentemente, algunas pinceladas de autenticidad que la elevan por encima de un simple drama sobre el poker y las relaciones familiares. La película, ambientada en el bullicioso escenario de Las Vegas, explora la fragilidad emocional de Huck Cheever (Eric Bana), un jugador profesional al borde del colapso, y su inesperada conexión con Billie Offer (Drew Barrymore), una artista de cabaret con una misión secreta: reconciliar a su padre con el legendario jugador de poker, Hank Cheever (Robert Duvall).

Eric Bana ofrece una actuación soberbia como Huck. El actor transmite magistralmente la desesperación y la autoconfianza menguante de su personaje. Bana no recurre a clichés de la personalidad del jugador de poker, sino que profundiza en la soledad y la frustración que lo atormentan. Su Huck es un hombre roto, que, a pesar de sus habilidades, lucha con el pánico a la derrota y, lo que es más importante, con su incapacidad para conectar emocionalmente con los demás. Drew Barrymore, por su parte, aporta una vulnerabilidad encantadora y una genuina calidez a Billie. Su interpretación es más sutil que la de Bana, pero igualmente convincente. La química entre ambos actores es palpable y constituye uno de los puntos fuertes de la película. Sin embargo, la relación entre Huck y Billie se construye con una lentitud que, en ocasiones, puede resultar tediosa. Se necesita paciencia para apreciar el desarrollo de su vínculo.

Jonathan Lavelle demuestra una habilidad notable para capturar la atmósfera particular de Las Vegas. Las escenas en los casinos, con sus luces brillantes, el sonido constante de las máquinas y la multitud bulliciosa, son vívidas y efectivas. La película no se centra únicamente en el juego; se presta atención a los detalles, mostrando las dinámicas entre los jugadores, las estrategias del poker y la presión de la competencia. Robert Duvall, como el padre de Huck, aporta un toque de sabiduría y melancolía a la historia, representando un hombre que, a pesar del éxito en el juego, ha vivido una vida llena de remordimientos. Su presencia, aunque limitada, es fundamental para el desarrollo temático de la película.

El guion, en general, es sólido, aunque carece de la agudeza que se esperaría de una comedia dramática. Las situaciones cómicas, aunque abundantes, a veces son un tanto forzadas y poco naturales. Sin embargo, la película logra tocar temas importantes, como la adicción, el perdón, la importancia de las relaciones familiares y la búsqueda de la felicidad. El ritmo, aunque irregular, permite al espectador sumergirse en el mundo de Huck y Billie, y en la tensión inherente a su misión. La película tiene un punto noble al querer explorar la fragilidad humana, pero a veces se queda a medio camino en su intento de equilibrar comedia y drama.

Nota: 6.5/10