Lucy (2014)

“Lucy” (2014) es una película que, a pesar de su premisa original y su ambición visual, termina siendo una experiencia desigual, un intento fallido de desafiar las convenciones del género de acción y ciencia ficción. Dirigida por Luc Besson, la película se aferra a la idea de una transformación radical del cerebro humano, impulsada por un nuevo tipo de droga, y explora las consecuencias de un desarrollo mental que asciende al 100%. La cinta, sin embargo, sacrifica la profundidad narrativa en favor de la espectacularidad, lo que resulta en una historia superficial y un desarrollo de personajes carente de resonancia.

Al frente de la película encontramos a Scarlett Johansson, quien entrega una actuación sólida y eficiente, aunque limitada por el guion. Su Lucy es una figura estoica, su evolución emocional se siente más como un proceso mecánico que una experiencia genuina. Es palpable su esfuerzo por transmitir la creciente alienación y confusión a medida que sus habilidades se desbordan. La dirección de arte y los efectos visuales son, sin duda, el punto fuerte de la película. Besson y su equipo crean un universo futurista, casi transhumano, vibrante y aterrador. Las escenas de batalla son impactantes, y la utilización de la tecnología para representar la expansión del cerebro es visualmente deslumbrante. No obstante, estos logros técnicos no compensan las fallas narrativas.

El guion, escrito por Besson y Jonathan Nolan, es excesivamente complejo y a menudo contradictorio. La lógica interna de la historia se deteriora a medida que Lucy adquiere cada nueva habilidad, y las explicaciones para los poderes adquiridos son vagas e inconsistentes. La película se centra demasiado en la demostración de lo que Lucy puede hacer, en lugar de explorar las implicaciones filosóficas y emocionales de su transformación. La idea de expandir el cerebro humano al 100% se presenta como una mera herramienta para la supervivencia, un concepto que carece de la profundidad que el tema ameritaba. La banda sonora, agresiva y omnipresente, contribuye a la sensación de sobrecarga y dificulta la inmersión en la historia.

“Lucy” promete un viaje asombroso hacia las profundidades del potencial humano, pero en última instancia se queda en la superficie, ofreciendo un espectáculo visual frenético que no logra conectar emocionalmente. La película es un ejercicio de estilismo, de voluntad para intentar redefinir las posibilidades del cine de acción, pero carece de la sustancia y el pulido necesarios para alcanzar la grandeza. Es un espectáculo caro, impactante a corto plazo, pero que rápidamente se olvida, dejando tras de sí una sensación de decepción y un recordatorio de que la visión es importante, pero que la ejecución es fundamental.

Nota: 6/10