Lugares oscuros (2015)

“Lugares oscuros” no es una película que te entretenga en el sentido tradicional de la palabra. Es una experiencia visceral, un descenso a las profundidades del trauma y la memoria, teñido de un gris melancólico que se impregna de forma inquietante en cada fotograma. La directora, Ben Wheatley, se adentra en el terreno de lo perturbador, alejándose de los jumpscares fáciles y optando por una atmósfera de constante desasosiego, que se construye a base de imágenes sugestivas, sonidos distorsionados y un ritmo pausado que, paradójicamente, genera una tensión palpable. Su dirección es magistral, jugando constantemente con la perspectiva y el sonido para sumergir al espectador en la confusión y la angustia de la protagonista, Kaylie. La película se siente como si estuvieras participando, como si tus propios recuerdos se nublaran y se distorsionaran junto con los de la protagonista.

La actuación de Riley Keough es, sin duda, el corazón y el alma de la película. Keough ofrece una interpretación compleja y conmovedora, logrando transmitir la fragilidad, el dolor y la desesperación de Kaylie con una sutileza asombrosa. No se trata de un despliegue de emociones ostentosas, sino de una interpretación introspectiva, basada en el lenguaje corporal y en una mirada que revela tanto la vulnerabilidad como la determinación. A medida que la película avanza, se puede apreciar un cambio sutil pero significativo en su personaje, un viaje hacia la aceptación y la búsqueda de la verdad, aunque esta última se revele tan oscura y contradictoria. A su lado, Joel Edgerton aporta una presencia imponente y enigmática al hermano de Kaylie, un hombre que, paradójicamente, se siente cercano a pesar de sus oscuros secretos. La química entre ambos actores es uno de los puntos fuertes de la película.

El guion, adaptado de un cuento de Cormac McCarthy, es donde reside la mayor fortaleza de "Lugares oscuros". La historia, aunque aparentemente simple, está repleta de simbolismos y alegorías que invitan a la reflexión. La trama, en torno a la dificultad de confrontar el pasado y la inevitable influencia de los recuerdos, toca temas universales como la culpa, el perdón y la naturaleza de la verdad. La forma en que la película explora la subjetividad de la memoria y cómo ésta puede ser moldeada y distorsionada es fascinante. Sin embargo, la ambigüedad deliberada del final, lejos de resultar frustrante, funciona como un recordatorio de que la verdad rara vez es absoluta y que, a veces, las heridas más profundas no pueden ser sanadas. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que plantea preguntas incómodas sobre la naturaleza humana y la búsqueda de sentido en un mundo caótico. La escritura es poética y evocadora, construyendo un ambiente de opresión y desasosiego que se mantiene durante toda la duración de la película.

A pesar de sus evidentes virtudes, "Lugares oscuros" no es para todos los gustos. Su ritmo lento, su atmósfera opresiva y su final ambiguo pueden resultar tediosos para algunos espectadores. No es una película que te deje con una sonrisa, sino que te deja con preguntas y con una sensación inquietante. Su valor radica en su capacidad para provocar una respuesta emocional y reflexiva, y en su originalidad visual y conceptual. No es un espectáculo para olvidar fácilmente, sino una experiencia cinematográfica que se queda grabada en la memoria.

Nota: 7.5/10