“Luna maldita” (Moonfall) es una película que, a primera vista, podría pasar desapercibida en la amplia oferta de terror independiente. Sin embargo, tras un inicio deliberadamente lento y un guion que deliberadamente juega con la tensión psicológica, la película revela ser una propuesta sorprendentemente inquietante y con un impacto, a largo plazo, considerable. La película no ofrece sustos baratos ni jump scares constantes; en cambio, construye una atmósfera opresiva y perturbadora centrada en la desintegración emocional del protagonista, un fotógrafo que vive con la carga de un trauma recurrente y la creciente convicción de que está perdiendo su humanidad.
La dirección de Robert Wise es cuidadosa, enfocándose en los detalles y en las expresiones faciales para transmitir la angustia del personaje principal, interpretado magistralmente por Luke Evans. El director sabe que la verdadera amenaza no reside en la bestia física, sino en la lenta erosión de la identidad del protagonista. La película juega con la dualidad de la realidad y la percepción, utilizando la luz y la sombra de manera efectiva para sugerir que el protagonista está desdibujando los límites entre la cordura y la locura. El uso del blanco y negro añade una capa de frialdad y un aura de pesadilla, amplificando la sensación de incomodidad que impregna la trama.
El guion, aunque no complejo en su estructura, es notable en su atmósfera y en su capacidad para generar una sensación constante de pavor. La historia se desarrolla a un ritmo pausado, permitiendo al espectador sumergirse en la desesperación del protagonista. La relación entre el fotógrafo y su novia es cuidadosamente construida, mostrando un vínculo genuino que hace aún más dolorosa la pérdida. La dinámica con su hermana y el hijo de ésta es igualmente convincente, ofreciendo un espacio de refugio temporal que se convierte en un recordatorio constante de lo que ha perdido.
La actuación de Luke Evans es, sin duda, el punto culminante de la película. Su interpretación transmite con precisión el dolor, la confusión y la creciente paranoia del personaje. También destaca la presencia de Anna Cleary, que aporta una vulnerabilidad y un miedo palpable a su pareja. Aunque el reparto secundario es sólido, no logra destacar tanto como el protagonista. Sin embargo, las actuaciones cumplen su función, ayudando a enriquecer el universo narrativo de la película.
“Luna maldita” no es una película para todos los gustos. Su lentitud y su enfoque en la exploración psicológica pueden resultar frustrantes para aquellos que buscan acción y sustos fáciles. No obstante, si eres un fan del cine de terror atmosférico y con una carga emocional, esta película te dejará una huella duradera, invitándote a cuestionar la naturaleza de la identidad y la fragilidad de la mente humana. El final, ambiguo y abierto a la interpretación, es en sí mismo un testimonio de la eficacia del film. Es una película que persiste en la memoria, provocando reflexiones y generando un aura de inquietud.
Nota: 7/10