“Luna negra” se presenta como una de esas películas que, en su ejecución, demuestra que el concepto, por atractivo que sea, no siempre se traduce en una experiencia cinematográfica completa. La historia, centrada en un ladrón de élite llamado Rhys (interpretado con una precisión robótica por Ewan McGregor), que se ve obligado a esconder el doble libro de contabilidad de un capo de la mafia, plantea una premisa intrigante: un thriller de tensión con un giro inesperado. Sin embargo, la película se pierde en la ejecución, sobrecargada de giros argumentales que, en lugar de generar suspense, producen una sensación de confusión y un desapego emocional con los personajes.
La dirección de Matthew Le May es funcional, pero carente de una visión particular. La película se mueve con soltura entre las diferentes localizaciones, predominando ambientes urbanos nocturnos que contribuyen a la atmósfera de intriga. No obstante, esta fluidez no se traduce en una profundidad narrativa. Se observan algunos momentos visuales impactantes, especialmente en las secuencias de persecución, que demuestran la habilidad técnica del equipo de producción. Sin embargo, estos momentos aislados no compensan la falta de una dirección que impulse la historia hacia adelante con una mayor coherencia.
Ewan McGregor ofrece una actuación impecable como Rhys. Su interpretación es precisa y contundente, logrando transmitir la complejidad de un hombre que, a pesar de su profesión, lucha contra sus demonios internos. La tensión que emana de su personaje es palpable y contribuye a mantener la atención del espectador. Sin embargo, las actuaciones del resto del elenco no alcanzan el mismo nivel. Los personajes secundarios se sienten planos y carentes de profundidad, convirtiéndose en meras herramientas para el avance de la trama. La química entre Rhys y la detective que lo persigue, interpretada por Rachel Weisz, es superficial y no alcanza a generar una conexión convincente.
El guion, escrito por David Oyelowo y Steven Knight, es el punto débil principal de la película. La trama se complica innecesariamente con múltiples subtramas que no se integran adecuadamente en la historia principal. Los giros argumentales, que prometen sorprender, suelen resultar predecibles y poco convincentes. La lógica interna de la historia se tambalea en varios momentos, generando incoherencias que dificultan la inmersión del espectador. El ritmo de la película es irregular, alternando escenas de acción frenética con momentos de contemplación que se sienten fuera de lugar. En general, el guion carece de la sutileza y la complejidad que se esperaría de un thriller de esta envergadura.
“Luna negra” tiene el potencial de ser una película tensa e intrigante, pero termina siendo una decepción. La premisa es sólida y la actuación de Ewan McGregor es digna de elogio, pero el guion fallido y la dirección superficial impiden que la película alcance su máximo potencial. Es una película recomendable solo para aquellos fanáticos del género que prioricen la acción por encima de la calidad narrativa.
Nota: 6/10