Lutero (2003)

“Lutero” (2023) es un retrato austero y profundamente inquietante de la figura del teólogo y reformador Martin Lutero, y no una glorificación romántica. La película, dirigida por Enrique García Martin, se adentra en la psique tormentosa de un hombre atrapado entre la fe, la razón y la creciente disidencia en una Europa al borde del cambio. Lo que no es un melodrama convencional, es, en cambio, una meditación visual y sonora sobre la radicalización de una mente, y una crítica mordaz a las estructuras corruptas de una Iglesia ya empobrecida. El director logra, con un minimalismo elegante, transmitir la atmósfera de profunda incertidumbre y tensión que rodeaba a Lutero en los albores del Renacimiento.

Ulrich Matthes, en un papel que demanda una presencia física y un control emocional excepcionales, ofrece una interpretación de Lutero que se resiste a ser fácil de entender. Su personaje no es un héroe; es un hombre atormentado por sus dudas, consumido por una búsqueda desesperada de la verdad. Matthes logra, a través de una mirada introspectiva y un lenguaje corporal sutil, que el espectador sienta la angustia de un hombre que se niega a comprometer sus convicciones, incluso a costa de su propia seguridad. La película se centra mucho en el proceso de pensamiento de Lutero, mostrando sus debates internos, sus lecturas constantes y su creciente aislamiento. Esto, aunque a veces pueda resultar lento para algunos espectadores, contribuye a la sensación de inmersión y permite comprender la lógica de su desafío.

La dirección artística y la banda sonora, compuesta por Enrique García Martin, son elementos cruciales para el éxito de la película. El blanco y negro, con sus contrastes sutiles, refleja la atmósfera de neutralidad moral y la lucha interna que atraviesa Lutero. La música, discreta pero evocadora, enfatiza la soledad y la vulnerabilidad del protagonista. La fotografía, a menudo sombría y con planos largos, crea una sensación de claustrofobia y aislamiento que atrapa al espectador en el mundo interior de Lutero. La película no se limita a narrar los eventos históricos; busca explorar la raíz de la rebelión de Lutero, su necesidad de cuestionar las normas establecidas y su convicción en que la Biblia es la única fuente de verdad.

El guion, basado en el libro de Roland Bainard, evita la simplificación y el maniqueísmo que a menudo se encuentran en las representaciones cinematográficas de esta figura histórica. Se muestran las tensiones entre Lutero y sus compañeros monjes, la opulencia de la Iglesia, y las consecuencias sociales de sus ideas. La película no justifica la posterior violencia, pero tampoco demoniza a Lutero; simplemente presenta la complejidad de sus motivaciones y las consecuencias de sus acciones. La decisión de incluir la rebelión campesina, aunque no se explora en profundidad, añade una capa adicional de contexto y muestra la reacción popular a la reforma religiosa. Sin embargo, la película podría beneficiarse de una mayor exploración de las relaciones personales de Lutero, especialmente su relación con Katharina von Bora.

En definitiva, “Lutero” es una película que exige atención y reflexión. No es un espectáculo grandilocuente, sino un estudio introspectivo sobre un hombre que cambió el curso de la historia occidental. Es unánime en su crítica a la corrupción e hipocresía de la Iglesia, pero, paradójicamente, muestra a un hombre que se convierte en objeto de condena por ello. Es una obra que invita a pensar en el poder de la duda, la importancia de la fe y las consecuencias de desafiar las normas establecidas.

Nota: 7/10