Madeline's Madeline (2018)

“Madeline’s Madeline” no es una película fácil de digerir. No es una historia que se consume pasivamente, sino una experiencia visceral que se deja con la mente retorcida y una sensación persistente de incomodidad. Dirigida por el aclamado Chantal Gatineau-Smith, la película se construye alrededor de la singular figura de Madeline, interpretada con una intensidad palpablemente inquietante por Lucie Mireault. Mireault, en este papel, se entrega por completo, representando la fragilidad y la ira latente de una joven atormentada por el recuerdo de su madre, una figura dominante y problemática que la ha marcado profundamente.

La película, visualmente deslumbrante gracias a la fotografía de Denis Martin, se basa en la idea de que la teatralidad puede ser un espejo de la realidad, o peor aún, una forma de moldearla. El director Gatineau-Smith explora la noción del “arte como apropiación” con una profundidad y una audacia sorprendente. Madeline se ve arrastrada a un prestigioso grupo de teatro físico donde el director, un personaje brillante y sutilmente manipulador interpretado por Benoit Lapenet, la presiona para que canalice su dolor y sus traumas familiares en el material creativo colectivo. Este proceso no es un simple ejercicio de introspección, sino un conflicto fundamental que desafía la privacidad de Madeline y la transforma en un objeto de interpretación para los demás.

El guion, escrito por Gatineau-Smith, es inteligente y deliberadamente ambiguo. La película no ofrece respuestas fáciles ni juicios moralizantes. En lugar de eso, se centra en las consecuencias emocionales de la manipulación, en la dificultad de separar la propia identidad de las expectativas externas, y en el poder destructivo de las memorias no resueltas. La dinámica entre las tres mujeres – Madeline, la madre y la directora – es tensa y aterradora, construida con diálogos afilados y silencios cargados de significado. La película está llena de momentos de tensión, de miradas que penetran la máscara de la normalidad, y de sugerencias inquietantes que permanecen en la mente del espectador mucho después de que las luces se apagan.

Aunque algunos espectadores podrían encontrar la película excesivamente oscura o introspectiva, considero que “Madeline’s Madeline” es una obra maestra del drama psicológico. La actuación de Lucie Mireault es monumental, y la dirección de Gatineau-Smith es magistral en su capacidad para evocar emociones complejas y perturbadoras. La película no busca entretener, sino provocar. Su exploración del trauma, el arte y la identidad es perturbadora, pero profundamente conmovedora, y seguramente generará un debate considerable sobre los límites de la creatividad y la responsabilidad artística. Es una película que exige atención, reflexión y, sin duda, un cierto grado de vulnerabilidad.

Nota: 8.5/10