Madre oscura (2019)

“Madre Oscura” (Dark Mother, 2017) no es un sencillo slasher adolescente; es un descenso psicológico a la locura, un thriller con elementos sobrenaturales que se aferra a la angustia y la desconfianza en cada fotograma. La película, dirigida con maestría por Mike Flanagan, logra crear una atmósfera opresiva que se instala en la mente del espectador y no la suelta hasta el desenlace. Flanagan, conocido por su trabajo en series como “The Haunting of Hill House”, demuestra su capacidad para construir una narración inquietante, pero esta vez con un enfoque más centrado en la relación del protagonista con su padre.

La película se centra en Ben, interpretado con una fragilidad palpable por Charlie Heaton, un joven atormentado por la reciente ruptura de su familia. Su verano con su padre, interpretado por Michael Sheen, en una casa costera aparentemente tranquila, se convierte rápidamente en una pesadilla. La presencia de la vecina, la enigmática y retorcida Cora (Kirsten Dunst), desata una serie de eventos aterradores, y la película explora la compleja dinámica familiar, la culpa y la manipulación. Sheen ofrece una actuación particularmente destacada, canalizando una mezcla de desesperación, amor paternal y una creciente paranoia que le otorga al personaje una dimensión humana y trágica. La interpretación de Dunst es igualmente cautivadora, ya que Cora oscila entre la compasión y la malicia, dejando al espectador constantemente preguntándose si es una víctima de una antigua maldición o la responsable de los horrores que se desatan.

El guion, coescrito por Flanagan y Jeff Beldy, es inteligente y meticulosamente construido. No se basa en sustos fáciles ni en clichés del género. En lugar de eso, se centra en la creación de tensión a través de la sugerencia, la ambigüedad y la exploración de las emociones profundas de los personajes. La película no da respuestas fáciles; la explicación de la maldición ancestral, aunque presente, se siente más como una pieza del rompecabezas que sirve para profundizar en la psicología de los personajes y sus traumas. La dirección de Flanagan es excepcional. Utiliza la iluminación, la música y el sonido de manera magistral para generar una sensación constante de incomodidad y desasosiego. Las escenas en interiores son claustrofóbicas y sombrías, mientras que las tomas exteriores en la costa, a pesar del sol, están cargadas de una melancolía inquietante.

Sin embargo, “Madre Oscura” no está exenta de algunas fallas. El ritmo, a veces, se vuelve un poco lento, especialmente en las primeras etapas. Además, el elemento sobrenatural, aunque integral a la trama, podría haberse desarrollado con mayor profundidad. A pesar de esto, la película logra transmitir un mensaje poderoso sobre el peso de los secretos familiares, el impacto de las acciones pasadas y la capacidad destructiva del trauma. Es una experiencia cinematográfica perturbadora y reflexiva que invita a la reflexión después de salir del cine. Una película que, a pesar de sus pequeños defectos, deja una huella duradera.

Nota: 7.5/10