“Madres e hijas” es una película que se instala en la psique humana con una delicadeza sorprendente, y una honestidad brutal que te golpea al final. La película de Mike Mills no se centra en la acción grandilocuente, sino en la complejidad de las relaciones intergeneracionales, en los silencios que pesan y en las consecuencias que se acumulan a lo largo del tiempo. Se trata de una historia sobre el amor, el arrepentimiento, la maternidad y el deseo de encontrar un lugar en el mundo, un tema universal que, sin embargo, se teje con una sensibilidad particular.
Michelle Williams, Anne Hathaway y Naomi Watts lideran un reparto excepcional, pero es la interpretación de Michelle Williams la que realmente destaca. Su Elizabeth es un personaje profundamente torturado por un pasado que la persigue. Williams transmite con maestría la fragilidad y la desesperación de una mujer que ha perdido su juventud y que lucha por encontrar sentido a su vida. Su relación con la nueva pareja que le ofrece una familia es sutil, no sentimental, y refleja la profunda inseguridad que la consume. La actuación de Naomi Watts como Lucy es igualmente convincente: una mujer madura que busca la maternidad con una mezcla de esperanza y vulnerabilidad. Kerry Washington aporta una elegancia y una fuerza tranquila a su personaje, Lucy's madre, un apoyo fundamental en el camino de sus hijas.
La dirección de Mike Mills es precisa y pausada. No hay momentos de sobresalto, la película avanza a un ritmo meditativo, lo que permite que la tensión emocional se acumule gradualmente. El enfoque en los espacios íntimos, los desayunos compartidos, las conversaciones casuales, crea una atmósfera de autenticidad que te hace sentir parte de la vida de estas tres mujeres. El guion, escrito por Mills y Todd B. Ellison, es inteligente y evita las soluciones fáciles. Las relaciones amorosas se presentan como un reflejo de las heridas del pasado y de las dudas sobre el futuro. No hay personajes perfectos, todos tienen sus defectos y sus miedos. Es precisamente esta imperfección lo que hace que la película sea tan atractiva.
“Madres e hijas” es una película que te invita a la reflexión. No ofrece respuestas fáciles, pero sí te plantea preguntas importantes sobre el amor, la maternidad y la búsqueda de la felicidad. Es una película que se queda contigo mucho después de que terminan los créditos, una experiencia cinematográfica que te hará pensar y sentir. Se atreve a mostrar la realidad de las relaciones familiares, con sus complejidades, sus contradicciones y sus silencios. Su fuerza reside precisamente en esa honestidad y en su capacidad para conectar con las emociones más profundas del ser humano. Es unánime su gran valor como un ejercicio de inteligencia y humanidad.
Nota: 8.5/10