“Madrid, Costa Fleming” es un retrato conmovedor y, a la vez, desolador de un Madrid que, en la década de los 80, se escondía tras una fachada de modernidad y ambición, revelando una realidad social compleja y por momentos, brutal. La película, dirigida con maestría por José Luis Cuerda, no se limita a mostrar la transición de la España franquista a la democracia, sino que se sumerge en la atmósfera particular de un barrio madrileño, ese microcosmos donde la desesperación y la esperanza, la autenticidad y la corrupción, coexisten en una danza constante. La película, ambientada en un entorno costero ficticio pero inquietantemente realista, evoca la sensación de un lugar donde el tiempo parece haberse detenido, atrapado entre la promesa de un nuevo comienzo y las cicatrices del pasado.
La historia, centrada en la mirada de Eva (interpretada con una sensibilidad increíble por Ana Torrent), una joven que llega al barrio en busca de trabajo, se convierte en un símbolo de la lucha por la integridad en un mundo donde la ética parece ser un lujo que pocos se pueden permitir. El guion de Cuerda, a menudo sutil y atmosférico, evita los clichés y las soluciones fáciles, optando por un tratamiento realista y sin adornos. La película no juzga, sino que presenta las contradicciones y las ambigüedades de sus personajes, dejando al espectador la tarea de formular sus propias conclusiones. La construcción de la trama se basa en la tensión constante entre la inocencia de Eva y la implacabilidad de las circunstancias que la rodean. Se presta especial atención a los detalles, a los gestos, a las conversaciones, que contribuyen a crear una atmósfera palpable de opresión y desconfianza.
La dirección de Cuerda es sobresaliente. El uso de la luz y la sombra, la cámara lenta, la planificación cuidadosa de los planos, todo contribuye a crear un ambiente onírico y perturbador. El espectador se siente como un intruso en un mundo ajeno, observando los entrelazados de intereses y las estrategias de poder. Las actuaciones son impecables. Ana Torrent, en particular, ofrece una interpretación magistral, transmitiendo con su mirada y sus movimientos la vulnerabilidad y la resistencia de su personaje. También destacan las interpretaciones de los actores secundarios, que aportan riqueza y credibilidad a la historia. La banda sonora, minimalista y evocadora, refuerza la atmósfera melancólica de la película.
Más allá de la trama principal, “Madrid, Costa Fleming” es una reflexión sobre la pérdida de la memoria, el olvido y la dificultad de escapar de las raíces. Es un retrato de una época convulsa, marcada por la transición política y social, pero también por la transformación de la sociedad y la pérdida de valores. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que invita a la reflexión y al debate. Es una obra cinematográfica imprescindible, que merece ser vista y revisitada, para comprender mejor la complejidad de la España contemporánea y la condición humana.
Nota: 8.5/10