Magia a la luz de la luna (2014)

“Magia a la luz de la luna” no es, quizás, la película más innovadora del cine fantástico moderno, pero sí una pieza elegante y evocadora que se instala con éxito en la atmósfera vibrante y sensual de la Francia de los años 20. La película, dirigida por Marc Webb, se beneficia enormemente de la fotografía de Edward Lachauer, que transfiere la luz difusa de París a la pantalla, creando una atmósfera de ensueño perpetuo, casi hipnótica. Esta estética visual es, de hecho, un pilar fundamental de la película, contribuyendo de forma significativa a la sensación de estar viviendo en una realidad ligeramente alterada, donde lo mágico y lo mundano se difuminan con notable habilidad.

La trama, aunque sencilla en su base, se complica y se entretiene de forma efectiva gracias a la capacidad del guion para introducir giros inesperados y mantener al espectador comprometido. La premisa de un mago inglés, Silas, obsesionado con desenmascarar a una supuesta médium, Esmeralda, como un fraude, es un punto de partida sólido que permite explorar temas como la ilusión, la identidad y la fragilidad de la percepción. Sin embargo, el verdadero corazón de la película reside en la tensión emocional que se construye entre Silas y Esmeralda. La relación entre ambos se desarrolla de una manera orgánica y convincente, basada en la admiración mutua, la sospecha y, finalmente, un atrevido deseo. El guion evita caer en clichés sentimentales y se centra en la ambigüedad, dejándole al espectador la responsabilidad de interpretar la naturaleza de su conexión.

Las actuaciones son, en su conjunto, destacadas. Ralph Fiennes ofrece una interpretación magistral como Silas, un hombre consumido por su profesión y atormentado por sus propios demonios. Su mirada, llena de cinismo y vulnerabilidad, es el alma de la película. Ewan McGregor, por su parte, logra equilibrar la apariencia de un charlatán superficial con la fragilidad interna de Esmeralda. La química entre ambos actores es palpable, creando un diálogo rico en sutilezas y un intercambio de miradas que dicen más que miles de palabras. La película también cuenta con un elenco de secundarios excepcionales, incluyendo una sorprendente Isabella Rossellini como una misteriosa cortesana que añade un toque de exotismo y peligro a la trama.

“Magia a la luz de la luna” no busca reinventar el género fantástico. Se trata de una película de suspense y romance con elementos mágicos, que se beneficia de una atmósfera visualmente deslumbrante y de actuaciones convincentes. Webb logra crear un mundo rico en detalles, desde la música de Django Reinhardt hasta la moda y la arquitectura de la época. La película es, en definitiva, un placer para los sentidos y para la mente, una experiencia cinematográfica agradable y reflexiva que merece la pena descubrir, especialmente si se aprecia el cine de época y las historias con toques de misterio y la duda inherente a la percepción de la realidad.

Nota: 7/10