Major League III (1998)

‘Major League III’ es una película que, en retrospectiva, se encuentra en una zona gris de nostalgia y desconcierto. Tras los sólidos cimientos y la encarnación de la irreverencia de las dos entregas anteriores, la tercera incursión en el mundo de los Bees de Carolina del Sur se siente como una especie de deriva, una película que, sin ser abiertamente mala, carece de la chispa y la coherencia que hicieron de las primeras dos entregas pilares del cine deportivo de los 90. La historia, en esencia, es predecible: Gus Cantrell, interpretado con su habitual dulzura por Scott Bakula, se ve obligado a asumir la gestión de un equipo de la liga menor, con la esperanza de retirarse con dignidad. La premisa, aunque sencilla, podría haber sido el punto de partida para una comedia deportiva ingeniosa, pero se encuentra ahogada por un guion superficial y diálogos repetitivos.

La dirección de James Foley se mantiene competente, evitando los excesos visuales y centrándose en las interacciones entre los personajes. Sin embargo, la película no consigue transmitir la energía contagiosa que caracterizaba las entregas anteriores. La ambientación en Carolina del Sur es agradable, pero carece de una atmósfera distintiva que la diferencie de otros escenarios similares. La película se basa en situaciones cómicas fáciles y slapstick, que, aunque a veces son efectivas, rápidamente pierden su impacto por la abundancia y la falta de originalidad.

Las actuaciones son, en general, satisfactorias, aunque con un ligero descenso en comparación con las entregas anteriores. Scott Bakula mantiene su encanto paternal, y Corbin Bernsen, como Roger, aporta su habitual sarcasmo y cinismo, pero los personajes secundarios parecen desprovistos de la profundidad y el carisma que los hacían memorables. El joven Jim Varney, en el papel de Mac, intenta imitar la comedia física de un pasado personaje, pero su actuación, aunque divertida en momentos, se siente forzada y desproporcionada.

La película también se ve afectada por una trama secundaria que resulta innecesaria y, en última instancia, confusa. La trama del ex-entrenador rival y su intento de sabotear al equipo añade peso a la historia, pero no contribuye de manera significativa al desarrollo de los personajes o a la comedia general. Además, el enfoque en el tema de la jubilación de Gus, que prometía una reflexión sobre el final de una era, se diluye en una sucesión de situaciones cómicas sin un propósito claro.

En resumen, ‘Major League III’ es una película olvidable, una especie de paseo sin rumbo que no alcanza a ser divertida o memorable. Si bien conserva algunos elementos que recuerdan a las dos primeras entregas, carece de la sustancia y la originalidad que la consagran como una joya del cine deportivo. Es una experiencia superficial que se presta más a los recuerdos nostálgicos que a la creación de nuevas memorias cinematográficas.

Nota: 5/10