Mal genio (2017)

“Mal genio” (Jalil, 1961), la primera película de la increíblemente prolífica y siempre provocadora Salah Soliman, es mucho más que un simple drama de la época. Es un espejo inquietante que refleja las tensiones sociales y políticas de Egipto, un país en plena transición a finales de los años 50, y, a su vez, una profunda exploración de la alienación y la soledad del ser humano. La película no se entrega fácilmente al espectador; exige paciencia y una disposición a sumergirse en su atmósfera densa y melancólica. La dirección de Soliman es magistral en la creación de una sensación de opresión y claustrofobia, aprovechando al máximo los espacios reducidos y el uso de la luz y la sombra para subrayar el estado emocional de sus personajes.

La película sigue a Amin (Ahmed Fouad El-Esse), un joven brillante y frustrado que trabaja como empleado de correos en El Cairo. Amin es un hombre de talento, un poeta y un hombre de letras, pero su vida está marcada por la incomunicación y la incapacidad de conectar con los demás. La película no se centra en una trama lineal y convencional; más bien, se nos presenta un retrato fragmentado de la vida de Amin, a través de sus interacciones con la gente que lo rodea: su esposa, una mujer silenciosa y distante; su suegra, una mujer religiosa severa; su hijo, un niño que no lo comprende; y sus compañeros de trabajo, que lo ven como un ser extraño e incomprendido. Soliman evita explicitar las motivaciones de Amin, permitiendo que el espectador se interese por su creciente desesperación, una melancólica búsqueda de significado en un mundo que parece hostil.

El desempeño de Ahmed Fouad El-Esse es, sin duda, el corazón de la película. Su interpretación es hipnótica, transmitiendo la frustración, la soledad y la vulnerabilidad de Amin con una sutileza sorprendente. No es un personaje que se interpreta con grandilocuencia; es un hombre que se siente perdido, que lucha por expresar su interior, y El-Esse lo logra con una autenticidad que es palpable. La actuación de la también actriz, Farida Naoum, como esposa de Amin, es igualmente poderosa, aunque su personaje permanece en gran medida en silencio, lo que añade a la sensación general de aislamiento que impregna la película.

El guion, escrito por Salah Soliman y el reconocido escritor egipcio Gamal Hamdan, es deliberadamente ambiguo y abierto a interpretación. La película no ofrece respuestas fáciles ni conclusiones definitivas. Más bien, nos presenta una situación existencial, un retrato del aislamiento y la alienación del hombre moderno. La narrativa no es lineal; se mueve entre el pasado y el presente, utilizando flashbacks y sueños para profundizar en la psique de Amin. La película es, en esencia, una meditación sobre la soledad y la búsqueda de identidad. El tratamiento del tema de la religión, a través de la figura de la suegra, es sutil pero significativo, ofreciendo una perspectiva sobre la conflictividad entre fe y razón en la sociedad egipcia.

En definitiva, “Mal genio” es una obra maestra del cine egipcio y del Nuevo Cine Latinoamericano. Es una película desafiante, pero profundamente conmovedora, que permanece en la memoria mucho después de que termina los créditos. Es un retrato incuestionable de la soledad y la búsqueda de sentido en un mundo que a menudo parece indiferente.

Nota: 8/10