Malcolm X (1992)

La película de Spike Lee, ‘Malcolm X’, no es simplemente una biografía; es un torbellino emocional y político que nos sumerge en la vida y la transformación radical de Malcolm X. Lee se atreve a presentar un hombre complejo y contradictorio, lejos de la imagen simplificada que a menudo se le ha atribuido, ofreciendo una interpretación profunda y brutalmente honesta sobre el nacimiento de un líder. La película no busca glorificar a Malcolm, sino diseccionar la herida de la opresión, el racismo sistémico y la búsqueda desesperada de identidad que lo llevaron a la militancia.

La dirección de Lee es, como es habitual en su filmografía, exuberante y sin concesiones. La película está llena de imágenes impactantes, montaje frenético y un uso audaz del color que refleja la intensidad de las emociones y los acontecimientos. Lee no se limita a la narración lineal; utiliza saltos temporales, flashbacks y narraciones en paralelo para mostrar la evolución de Malcolm, desde su infancia marcada por la tragedia y la pobreza, hasta su conversión al Islam y su participación en la lucha por los derechos civiles. Esto, sin embargo, a veces resulta abrumador, exigiendo una atención casi constante por parte del espectador. El resultado es una experiencia cinematográfica intensa y a veces desorientadora, pero innegablemente poderosa.

La actuación de Denzel Washington como Malcolm X es, con diferencia, el punto fuerte de la película. Washington no busca imitar a Malcolm, sino *interpretarlo*. Captura la fisura de su carácter, su rabia contenida, su vulnerabilidad y su carisma natural con una precisión asombrosa. Washington logra transmitir la fuerza y la ambición de Malcolm, pero también su confusión, su miedo y su lucha interna. Las escenas de debate y enfrentamiento con otros personajes, especialmente Louis Farrakhan (Delroy Lindo), son particularmente brillantes y cargadas de tensión. El resto del elenco, incluyendo Angela Bassett como Louise Little y Spike Lee mismo en un breve papel, ofrecen interpretaciones sólidas, aunque no alcanzan el mismo nivel que Washington.

El guion, adaptado de la autobiografía de Malcolm X, es complejo y ambicioso. Lee se centra en los momentos cruciales de la vida de Malcolm, en lugar de intentar abarcar cada detalle. La película se centra en la transición de un joven criminal a un líder revolucionario, enfatizando la importancia del Islam como un catalizador para el cambio. Sin embargo, el guion también se enfrenta al desafío de representar con precisión las ideas políticas y filosóficas de Malcolm, que a menudo son abstractas y difíciles de traducir a la pantalla. A veces, la película se pierde en debates teóricos, pero la fuerza de las actuaciones y la dirección compensan estas lagunas. La película no tiene miedo de mostrar los aspectos más controvertidos de la vida de Malcolm, como su pasado criminal y sus conexiones con la mafia, lo que le confiere una honestidad intelectual que es difícil de ignorar.

En definitiva, ‘Malcolm X’ es una película monumental, un logro cinematográfico que desafía al espectador a confrontar la realidad del racismo en Estados Unidos y la complejidad de un hombre que cambió el curso de la historia. A pesar de sus momentos de excesos narrativos, es una experiencia inolvidable y provocadora.

Nota: 8.5/10