Maldita generación (1995)

“Maldita generación” (Misconfigured) es un experimento cinematográfico que, lamentablemente, resulta más enérgico en su concepto que en su ejecución. La película, dirigida con una audacia casi imprudente por Jay Araki, no busca agradar al público convencional; se atreve a presentar una mirada visceral y, a veces, perturbadora sobre la juventud, el sexo, la violencia y la fugaz fama mediática. Su reivindicación de ser una “película criminal heterosexual” merece un reconocimiento, pues, al menos, busca desafiar las convenciones y explorar territorios cinematográficos menos frecuentados.

La película sigue a tres jóvenes – Rose McGowan, James Duval y Jonathan Schaech – que se embarcan en una serie de actos ilícitos que escalan rápidamente, culminando en una cobertura mediática inesperada. La trama, aunque previsible en su estructura general, se beneficia de un ritmo frenético y una estética visual que recuerda a la estética de "Natural Born Killers" de Oliver Stone, aunque sin llegar a la complejidad narrativa de la obra de Stone. Araki utiliza una paleta de colores saturados y secuencias rápidas para crear una atmósfera de caos y dislocación que, a veces, funciona a la perfección, mientras que en otras ocasiones se siente como un exceso innecesario.

Las actuaciones son contundentes. Rose McGowan, especialmente, brilla con una intensidad natural y una vulnerabilidad que contrasta con la violencia que exhibe. James Duval y Jonathan Schaech cumplen su cometido, ofreciendo interpretaciones convincentes en sus respectivos roles. Sin embargo, la dirección de Araki, aunque valiente, no siempre logra conectar emocionalmente con la audiencia. Se intuye un deseo de explorar la psicología de los personajes, pero las secuencias, a menudo centradas en la actividad sexual, dejan entrever una superficialidad que resta profundidad a la historia.

El guion es la debilidad principal de la película. Si bien la premisa es interesante y el tono audaz, los diálogos son a menudo artificiosos y las motivaciones de los personajes no siempre están suficientemente desarrolladas. La película parece más preocupada por mostrar la violencia y el sexo que por explorar las razones detrás de las acciones de los protagonistas. Además, la forma en que se maneja el tema de la cobertura mediática se siente un tanto forzada y poco creíble, alejándose del potencial que la idea inicial ofrecía. La película podría haber sido mucho más efectiva si hubiera profundizado en las consecuencias psicológicas de estos eventos, en lugar de centrarse únicamente en la acción.

No obstante, la valentía de Araki al abordar un tema tan controvertido y al buscar eludir las restricciones del mercado cinematográfico merece reconocimiento. “Maldita generación” no es una obra maestra, pero es un experimento cinematográfico valiente y provocador que, a pesar de sus fallos, invita a la reflexión sobre la naturaleza de la fama, el sexo y la violencia en la sociedad contemporánea.

Nota: 6/10