‘Maligno’ no es una película que busca satisfacer a un público exigente o que busque una narración compleja. Es, sin duda, una experiencia cinematográfica intensa y perturbadora, que te exige una cierta apertura mental y una disposición a sumergirte en un mundo de pesadillas visuales y psicológicas. James Wan, director conocido por su maestría en el terror de bajo presupuesto pero con gran impacto, demuestra aquí una habilidad particular para construir una atmósfera de creciente paranoia y desesperación. La película, a primera vista, podría parecer una simple secuela de 'Insidious' con un nuevo protagonista y un nuevo objeto maldito, pero pronto se revela como algo mucho más inquietante y reflexivo sobre el trauma y la memoria.
El guion, aunque no particularmente original en sus premisas, se beneficia de una ejecución impecable. La lentitud en el desarrollo inicial es deliberada y efectiva. Wan no se apresura a presentar el conflicto, sino que lo construye gradualmente, exponiendo la vulnerabilidad de Madison (Anaabelle Wallis) y su creciente horror a medida que las pesadillas se filtran en su realidad. La película utiliza el sonido y la imagen de forma magistral para generar una sensación constante de incomodidad y presagio. La tensión no se basa en sustos fáciles, sino en la inquietante sugerencia de que lo que Madison ve es real y que su mente se está desmoronando bajo la presión del trauma. Hay un juego sutil con la percepción de la realidad, donde la línea entre sueño y vigilia se vuelve borrosa y la película se pregunta si la amenaza es externa o reside en la propia mente de la protagonista. El elemento central, la entidad maligna, ‘El Mal’, es un concepto visualmente impactante y perturbador, un ser de geometría imposible que se manifiesta de formas impredecibles.
Las actuaciones son sólidas, especialmente la de Anaabelle Wallis, quien transmite con creíble vulnerabilidad el descenso a la locura de Madison. No se trata de una actuación grandilocuente, sino de una representación sutil y poderosa de la angustia y el miedo. La película también cuenta con el apoyo de Harris Dickinson, quien interpreta a Leo, el hijo de Madison, con un retrato convincente de un niño atormentado y en constante búsqueda de respuestas. El resto del reparto secundario proporciona un contrapunto a la desesperación de los protagonistas, ofreciendo momentos de humanidad en un mundo cada vez más oscuro.
En definitiva, ‘Maligno’ es una película que, más allá de los efectos especiales y la estética gótica, ofrece una reflexión sobre el impacto del trauma y la fragilidad de la mente humana. Es una experiencia visceral que te acompañará mucho después de que los créditos finales hayan terminado. No es una película para todos los gustos, pero para aquellos que aprecien el terror psicológico y la dirección artística, ‘Maligno’ es una obra destacada. Es una película que se queda contigo, te hace pensar y te provoca, una experiencia cinematográfica que te obliga a confrontar tus propios miedos.
Nota: 7.5/10