Malicia (1973)

“Malicia” (originalmente “La cena dei morti”) de Mario Martone es una película que se instala en la memoria con la misma persistencia de un fantasma, tejiendo una atmósfera de opresión, deseo y un creciente horror psicológico. La película, ambientada en Catania a finales de los años 50, no es un melodrama convencional, sino un estudio profundo sobre la incomunicación, la represión y las consecuencias devastadoras de un duelo no sanado. Martone no se limita a narrar la historia, sino que la sumerge en una oscuridad palpable, utilizando la luz y la sombra como elementos expresivos clave.

El núcleo de la película reside en la relación conflictiva entre Nino, el hijo mayor, y Angela, la nueva “ama” de Ignazio La Brocca. La obsesión de Nino por Angela es descaradamente manipuladora, una forma de negar la realidad del duelo que ha engullido a su familia. La película explora la dinámica de poder de manera brillante, mostrando cómo la búsqueda de consuelo, cuando se ve agravada por la ambición y la frustración, puede degenerar en un ciclo de crueldad. El guion, escrito magistralmente por Martone y Pietro Passari, no cae en clichés del melodrama, sino que se adentra en las complejidades de la psicología humana, dejando al espectador constantemente preguntándose quién es el verdadero monstruo.

Las actuaciones son, sencillamente, impecables. Giancarlo Esposito como Ignazio La Brocca transmite la melancolía y la desesperación de un hombre que ha perdido su mundo, pero también una cierta fragilidad que lo hace vulnerable a las maquinaciones de los demás. El actor transmite la mezcla de dolor y resignación con una sutileza asombrosa, logrando que el público se identifique con su situación, sin justificar sus acciones. Eva Nebbia como Angela es igualmente convincente, retratando a una mujer que, a pesar de ser objeto de manipulación, conserva una dignidad y un propósito oculto. La química entre Esposito y Nebbia es fundamental para el impacto emocional de la película.

La dirección de Mario Martone es la verdadera columna vertebral de “Malicia”. El uso del color es notablemente sobrio, dominado por tonos grises y ocres que evocan el luto y la desesperación. Las largas tomas, la planificación meticulosa y el empleo de planos cerrados contribuyen a crear una sensación de claustrofobia y tensión constante. La banda sonora, con piezas de música clásica que se entrelazan con el silencio, acentúa aún más la atmósfera inquietante. La película no busca ser simplemente entretenida; es una experiencia cinematográfica que desafía al espectador a reflexionar sobre la naturaleza del duelo, la represión y la manipulación emocional. Martone consigue que la ambientación siciliana, con sus calles estrechas y sus casas antiguas, se convierta en un personaje más, contribuyendo a la atmósfera de opresión y fatalidad.

Nota: 8.5/10