Mamá y papá (2018)

“Mamá y papá” es, en su esencia, una propuesta audaz y, a menudo, desconcertante. La película se erige como un experimento en el género de terror, fusionando elementos de la locura y el drama familiar con un toque sutilmente irónico que, aunque no siempre sale redondo, genera una experiencia cinematográfica notablemente memorable. La premisa, la propagación de una enfermedad que transforma a los padres en depredadores implacables de sus propios hijos, es, a primera vista, perturbadora y grotesca. Pero el director, Michael Storey, no se limita a presentar un simple ejercicio de sustos baratos; se sumerge en la exploración de la fragilidad de las relaciones familiares, la corrosión de la autoridad y la monstruosidad inherente a la desintegración de la cordura.

La dirección de Storey se distingue por su atmósfera opresiva. La película se construye a través de la tensión, utilizando la música, el diseño de sonido y la fotografía para crear un sentimiento constante de inquietud. Los espacios interiores, claustrofóbicos y con una iluminación sombría, contribuyen a una sensación de peligro inminente. Sin embargo, la película no se apoya excesivamente en los jumpscares, prefiriendo un enfoque más psicológico y narrativo que explora la gradual erosión del control y la confianza. Hay momentos de gran impacto visual, especialmente en las escenas que retratan la transformación física y mental de los padres, pero la película demuestra un control notable sobre el ritmo y la intensidad de las imágenes horripilantes.

Las actuaciones de Selma Blair y Nicolas Cage, como los padres Mark y Jan, son el corazón palpitante de la película. La transformación de Blair, en particular, es uno de los aspectos más impactantes y convincentes de la película. Su interpretación equilibra la vulnerabilidad inicial con la creciente y aterradora locura, ofreciendo un retrato conmovedor de la pérdida de control. Cage, por su parte, aporta una mezcla de comicidad macabra y desesperación al personaje de Mark, un padre que lucha por aferrarse a la cordura mientras se ve consumido por la enfermedad. Su química, aunque a menudo extraña y perturbadora, es fundamental para la eficacia emocional de la narrativa. No obstante, el guion, aunque inteligente y provocador, no siempre logra evitar la sensación de forzado, especialmente en algunos diálogos que podrían haber sido más sutiles. La película, a veces, se sobreextiende en la exploración de la dinámica familiar disfuncional, perdiendo algo de fuerza en el proceso.

A pesar de sus fallos ocasionales, “Mamá y papá” es una película que merece ser vista. Es una exploración oscura y perturbadora de los límites de la parentalidad y los rincones más oscuros de la psique humana. No es una obra maestra del terror, pero sí una propuesta original y que, sin duda, generará debate y reflexión. La película no busca ofrecer respuestas fáciles, sino cuestionar la naturaleza del amor, la responsabilidad y la capacidad del individuo para mantener su control. Es un experimento en el terror que, contra todo pronóstico, resulta ser bastante efectivo y, a su manera, inquietantemente original.

Nota: 7/10