Manos de piedra (2016)

“Manos de Piedra” es, en su esencia, un biopic que se atreve a intentar transmitir la complejidad de la vida y la carrera de Roberto Durán, un nombre que evoca no solo el boxeo, sino también una leyenda. La película, dirigida con una firmeza que, a veces, se siente un tanto austera, no se permite ser un simple catálogo de victorias. En su lugar, opta por un enfoque más íntimo, explorando la dualidad de un hombre marcado por su familia, sus raíces panameñas y el peso del legado que cargaba sobre sus hombros. La dirección de Robert De Niro, aunque a veces carente de la vibrancia que uno esperaría de un cineasta de su calibre, se concentra en la construcción de atmósferas y en la creación de un ritmo pausado que refleja la determinación silenciosa de Durán.

La película se centra en las etapas más cruciales de su vida: la infancia humilde en Panamá, el duro camino hacia el éxito en el boxeo, la constante lucha contra las adicciones y la difícil relación con su hijo, Eddy, quien también se vio arrastrado por las drogas. Aquí reside una de las mayores fortalezas de la película: la honestidad brutal en la representación del dolor y las consecuencias de la vida autodestructiva. La película no glorifica la violencia del boxeo, sino que la muestra como un medio, a menudo cruel e injusto, para sobrevivir. Se insinúa el precio que se paga por la fama, el sacrificio de la vida familiar y el impacto psicológico de años de golpes.

Las actuaciones son, en general, sólidas, pero sin alcanzar la gloria de un gran drama biográfico. Benicio del Toro ofrece una interpretación magnética de Durán, capturando su fortaleza interior, su vulnerabilidad y su innegable orgullo panameño. Elijah Wood, en el papel de Eddy, logra transmitir la desesperación de un joven atrapado en un ciclo vicioso. Sin embargo, la película a veces sacrifica el desarrollo del personaje de Eddy en favor de centrarse más en los momentos de acción. La ausencia de un buen secundario para caracterizar a su figura es notoria.

El guion, aunque bien intencionado, carece, en ocasiones, de la profundidad y el lirismo necesarios para transformar un relato biográfico en una obra maestra. Si bien se evitan los clichés del género, algunas escenas se sienten forzadas y carentes de autenticidad. La trama principal se siente algo comprimida, lo que implica que se omite material relevante para comprender la motivación y el contexto de algunas decisiones del personaje. La exploración del sistema de apuestas y la corrupción en el mundo del boxeo, aunque presente, no se desarrolla con la suficiente profundidad.

No obstante, “Manos de Piedra” es una película honrosa que celebra la perseverancia y el espíritu de lucha de un icono deportivo. Es un testimonio del legado de Roberto Durán como no solo un boxeador excepcional, sino también como un héroe para una generación de latinoamericanos. Si bien no es perfecta, ofrece una mirada honesta y conmovedora a la vida de un hombre que, a pesar de sus fracasos personales, se convirtió en un símbolo de esperanza y superación. Su valor reside en su capacidad para evocar la figura de un verdadero gigante del deporte.

Nota:** 7/10